Unos 10 mil salvadoreños de 29 comunidades de la zona del Bajo Lempa han visto en los últimos años cómo se han registrado, debido a los efectos del calentamiento global, cambios sustanciales en sus vidas cotidianas. Estos campesinos que subsisten por la siembra del maíz, la base principal de su economía, viven ahora a salto de mata, entre las sequías extremas, las grandes inundaciones y los terremotos.
Así lo relató el dirigente José Santos Guevara, de la Asociación de Comunidades Unidas del Bajo Lempa, que presentó esta situación ante el Tribunal Internacional de Justicia Climática en la ciudad boliviana de Cochabamba.
Los afectados por el cambio climático que llegaron desde El Salvador denunciaron la negligencia de los últimos gobiernos de ese país, que se han caracterizado por actuar en forma reactiva ante los fenómenos climáticos, en lugar de aplicar políticas de prevención que permitan mitigar los efectos, generalmente devastadores para la economía familiar.
Por el contrario, según evaluó Santos Guevara, desde el Poder Ejecutivo se impulsa la construcción de grandes carreteras, la instalación de hidroeléctricas, las inversiones de minería a cielo abierto y la deforestación.
Un estudio que realizaron el año pasado organizaciones locales registró que el 45 por ciento de los habitantes de la zona del Bajo Lempa sufre algún tipo de enfermedad, fundamentalmente debido al consumo de agua contaminada. Una de las afectaciones más corriente es la insuficiencia renal, y también se han extendido los problemas respiratorios, según dijo.
La lucha de las comunidades de esta región salvadoreña lleva ya varios años, y ha incluido, entre otras cosas, movilizaciones a pie hasta la capital del país, San Salvador, para presentar reclamos ante las autoridades.
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