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martes, 24 de agosto de 2010

Se nos vinieron encima!!!



Aún en plena crisis económica y con dos frentes bélicos muy activos, el Pentágono estadounidense no descansa: este mes lidera junto a una docena y media de países maniobras militares en la zona del Canal de Panamá bajo la hipótesis de una “amenaza campesina al comercio mundial”. Al mismo tiempo, los marines se mantienen en gran número en territorio haitiano y desembarcan en Costa Rica y sin permiso legislativo en Colombia.

Según informa la agencia de noticias France Press (AFP), y confirma el Comando Sur de EE.UU., Washington inauguró el pasado 18 un conjunto de “ejercicios militares” en las inmediaciones de la vía acuática, recientemente devuelta a la soberanía panameña. Los ejercicios incluyen 15 países latinoamericanos, más EE.UU. y Canadá.

Según medios panameños, el gobierno de Ricardo Martinelli no informó al Parlamento en tiempo y forma de estas maniobras de las que están participando oficiales navales de otros países de la región. Entre estos últimos se destacan las armadas de Argentina, Brasil, Chile y México. Incluso, están involucrados elementos de las fuerzas armadas de Ecuador, Nicaragua y El Salvador.

Según voceros oficiales, la movilización militar tiene como objetivo “coordinar respuestas a una eventual amenaza al Canal de Panamá o ante desastres naturales”. A la cabeza de la actividad se encuentra la Segunda Flota de EE.UU., una repartición militar que ha sido sindicada como una columna móvil lista a intervenir en conflictos internos en el espacio geopolítico latinoamericano, considerado legendariamente por Washington como su “patio trasero”.

Aunque pretendidamente “ficticias”, las “hipótesis de conflicto” nunca son caprichosas. Hace un mes, por ejemplo, el gobierno panameño acusó de “terroristas” a los trabajadores de la construcción, empleados en la ampliación del Canal, que protestaban por los salarios bajos.

El ejercicio, denominado PANAMAX 2010, busca “mejorar las capacidades terrestres, navales, aéreas y de fuerzas especiales de los 15 países de la región participantes”, reza el rótulo oficial. Se agrega que en las maniobras participa un personal de tropa que ronda las dos mil personas en territorio colombiano, hondureño y panameño.

En los ejercicios se simula que una “organización terrorista, formada principalmente por campesinos que buscan tomar control de gobiernos para desestabilizar países y la economía global”, busca atacar el Canal de Panamá. Ante esta hipotética amenaza, Panamá solicita ayuda a Naciones Unidas, cuyo Consejo de Seguridad emite una resolución que, ''casualmente'', ordena a Estados Unidos liderar una fuerza multinacional para proteger la vía interoceánica por la que circula el 5 % del comercio mundial, se informa.

Venezuela, Bolivia, Costa Rica, Cuba y Haití son las honrosas excepciones de países latinoamericanos que no participan en las maniobras militares. En los ejercicios estarán apostados como espectadores de lujo 42 representantes de 13 países en el cuartel de la Segunda Flota de la Armada en Norfolk, Virginia, en territorio estadounidense.

En 2008, durante maniobras similares, murió un policía panameño en un caso que fue calificado como “descuido” por parte de las autoridades. EE.UU. realiza este tipo de maniobras militares conjuntas desde la década de 1950 en el marco de sus preparativos para enfrentar a la Unión Soviética en la guerra fría. Posteriormente, en las décadas de 1970 y 1980 le daba apoyo a las dictaduras militares en la región facilitando tecnología represiva de punta. En la actualidad, el gobierno estadounidense no explica qué objetivos persigue financiando y organizando las maniobras militares. Las “hipótesis de conflicto” cambian, en sintonía con el momento histórico.

Sin embargo, los “movimientos” militares estadounidenses en Latinoamérica parecen estar yendo a contrapelo de los Parlamentos: la semana pasada, la Corte Constitucional Colombiana objetó el acuerdo por el cual Bogotá abrió las puertas de las siete bases militares en ese país. El tribunal consideró que el pacto militar era un tratado internacional y en consecuencia debería contar con aprobación legislativa. A ello hay que agregar la ingente ocupación militar estadounidense de Haití, so pretexto de colaborar en su reconstrucción tras el terremoto de enero último.

En simultáneo, otra maniobra menos imaginativa aunque igualmente significativa comenzó días atrás en Costa Rica. El portahelicópteros LHD-7 “Iwo Jima” atracó el viernes en el puerto caribeño de Limón, una de las zonas más pobres de Costa Rica. Según la misma agencia noticiosa europea unos cien infantes de marina estadounidenses desarrollarán trabajos de construcción y reparación de escuelas y consultorios de ciudades y aldeas costarricenses y jugarán un partido de béisbol con un equipo de esta región donde se concentra la población negra de Costa Rica.

El Iwo Jima, participó en 2003 en misiones mucho menos “humanitarias” en la guerra en Irak. Hoy es parte de la misión norteamericana "Promesa Continua 2010", comandada por el comodoro Thoman Negus y que también incluye a Haití, Colombia, Guatemala, Guyana, Nicaragua, Panamá y Surinam.

Ante el rechazo por la presencia de este buque, la embajadora estadounidense en Costa Rica ha insistido en que la única “invasión” que verán los costarricenses con la llegada del Iwo Jima será de “trabajadores humanitarios (...) para llevar ayuda y desarrollo a la provincia de Limón”. Sintomáticamente, el alcalde de Limón, Eduardo Barboza, dio la bienvenida a la misión afirmando que “ustedes nos hacen sentir muy importantes”.

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