Antonio Onorati, representante del Comité Internacional para la Soberanía Alimentaria que estuvo presente activamente durante las tres jornadas de reuniones de la Consulta Regional de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) de Europa, Asia Central y Occidental sobre las Líneas Guías Voluntarias para la tenencia de la Tierra y de los Recursos Naturales de la FAO (desarrollada del 7 al 9 de Julio en Roma, Italia y cuya convocatoria puede apreciarse aquí), realizó un balance en el que analizó los puntos positivos y los negativos de la consulta y destacó cuáles eran las áreas sobre las que había que trabajar y los puntos que se abordarían en el corto y largo plazo.
En primer lugar, indicó que uno de los puntos positivos era que se había discutido sobre un tema muy complejo que comprendía una región territorial muy diversa; sin embargo, se había buscado la similitud para delinear una estrategia común. Como segundo punto positivo señaló que además de una consulta, esta reunión había sido una instancia de formación y capacitación para organizaciones sociales, lo que se había palpado particularmente en el caso de los participantes de Asia Central. Finalmente, añadió como tercer punto que la discusión sobre las directrices había tomado algunos aspectos muy politicos, como si tenían que ser voluntarias u obligatorias o si era útil o no entrar en un proceso institucional, lo que a su entender implicaban puntos de la estrategia a largo plazo que debían ser discutidos de la forma más amplia posible.
En cuanto a lo negativo, se refirió a la dificultad que representaba el tomar asuntos que demandaban una respuesta radical presentando alternativas que reflejaban esa misma radicalidad, pero dentro de un contexto institucional. En este sentido, habló de la necesidad de plantear respuestas concretas, como el crear un nuevo marco jurídico, que estableciera un ámbito de derechos con un enfoque totalmente distinto: al respecto mencionó a los derechos colectivos, y a un modelo de producción que está con un enlace con la naturaleza completamente diferente al que se promueve industrialmente. ''Esto, que ya está siendo aplicado por algunos movimientos, tiene que estar sobre la mesa como algo fáctico que debe ser respetado por los gobiernos'', afirmó.
Otro punto que destacó en este sentido es que gran parte del planeta se encuentra bajo ocupación militar, debido, entre otras cosas, a conflictos por el control del territorio y de la tierra. Si bien esto fue discutido durante el encuentro, Onorati expuso que era necesario trabajar mucho más sobre esta área, y proponer acciones concretas que fueran más allá de expresar solidaridad hacia los pueblos ocupados.
Como otro punto negativo mencionó que al hablar sobre la tierra a veces se piensa sobre el tema de la misma forma que se lo hace como organización no gubernamental, es decir, se lo enmarca dentro de una campaña, cuando “la pelea aquí es para el cambio, no es para el convencimiento”; para ello, expuso, se precisa confrontar fuerzas con los gobiernos, para lo que hay que pensar más allá de la denuncia que implica una campaña.
En este sentido de pensar acciones concretas a realizar mencionó a la ocupación de tierras, para que éstas permanecieran en las manos de los campesinos. “Por esto por ejemplo las ocupaciones son legítimas. La manera más útil para pelearse contra las inversiones de gran escala es ocupar la tierra”, explicó Onorati, porque una multinacional financiera “gana en el gap (espacio) que se produce (...) entre la compra de tierra y la venta del contrato para cultivar”. Por ello, si alguien invade la tierra, “se pierde lo que técnicamente se llama ’ganancia por una renta futura’: si tú le cortas la ganancia (al inversionista) ocupando y utilizando de otra manera (a la tierra), está muerto”, sentenció.
Onorati también se refirió a la presencia de representantes de los gobiernos de Holanda, Estados Unidos, Brasil, Egipto, Siria e Irak en la última jornada de la consulta de las OSC, y dijo que había que evaluar políticamente el hecho de que se hubieran hecho presentes y también el cómo harían las organizaciones para influir en las decisiones del ámbito público.
Indicó que había que dimensionar el hecho de que se hubieran hecho presentes representantes de gobiernos árabes, porque éstos se oponían a culquier idea de sociedad civil autónoma y auto organizada. Por eso, el que hubieran llegado al encuentro hablaba de una señal, no de que esos gobiernos se hubieran vuelto más democráticos sino de que los movimientos y organizaciones habían ganado fuerza, lo cual era un resultado útil para la sociedad civil de esos países.
Por otra parte, el cómo se influyera dentro de las políticas que toman los gobiernos dependía de la movilización que lograra concitar la sociedad civil, porque no era lo bueno de los argumentos lo que iba a convencer a los gobiernos sino que lo iba a hacer la fuerza con la que éstos se respaldaran. “Hay que transformar la fuerza de la calle en organización, en propuestas, y defender las propuestas, manteniendo la radicalidad (de éstas), sin cambiarla porque estamos sentados en la FAO. Esos son procesos, hay que reforzar los procesos de participación efectiva”, apuntó Onorati.
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