El día 22 de julio hablamos de la solicitud a la ONU, por parte de Evo Morales (presidente boliviano), para que el agua y el saneamiento sean declarados derechos humanos. Esta solicitud de Morales se presentó el día 12 de este mes, mientras como contrapartida, el miércoles 21, se emitió una sentencia por parte del Tribunal Supremo de Botsuana que niega a los bosquimanos del Kalahari el acceso al agua, lo cual ha generado gran indignación.
El juez ha sentenciado que los bosquimanos no tienen derecho a acceder a un pozo de agua existente en sus tierras, o a excavar un nuevo pozo dentro de la Reserva de Caza del Kalahari Central, una de las regiones más secas del mundo. La vista oral del caso se celebró el 9 de junio, pero el juez se reservó su veredicto hasta el pasado miércoles.
El fallo judicial supone un duro golpe para los bosquimanos, que han pasado serias dificultades sin agua desde 2002, cuando el Gobierno de Botsuana selló y tapó un pozo para forzarlos a abandonar la reserva. En 2006, el Tribunal Supremo declaró ilegales e inconstitucionales las expulsiones forzosas de los bosquimanos y desde entonces cientos de ellos han regresado a sus tierras.
A pesar de dicho veredicto, el Gobierno prohibió a los bosquimanos poner el pozo en funcionamiento de nuevo, dejando que se enfrentaran a lo que el más alto representante de Naciones Unidas para los pueblos indígenas, James Anaya, describió (pero no actúo en consecuencia) como “duras y peligrosas condiciones debido a la falta de acceso al agua”. Al mismo tiempo, Wilderness Safaris abría en territorio bosquimano un alojamiento de lujo para turistas con bar y piscina y el Gobierno excavaba nuevos pozos de agua dentro de la reserva para proveer a los animales salvajes, con fondos de la fundación Tiffany & Co.
Además se está impidiendo a los bosquimanos que lleven agua a sus familiares dentro de la reserva. “Son muy malas noticias. Si no tenemos agua, ¿cómo pretenden que vivamos? El Tribunal nos dio nuestra tierra, pero sin el pozo, sin agua, nuestras vidas son difíciles” (por no decir imposibles), expresaba Jumanda Gakelebone, portavoz bosquimano.
Tras conocer el veredicto, fuentes internas a Survival International (ong de defensa a los derechos de los pueblos indígenas) declararon: “En los últimos diez años Botsuana se ha convertido en una de las zonas más duras de todo el planeta para los pueblos indígenas. Si a los bosquimanos se les niega el agua en sus propias tierras, mientras que los turistas, los animales y las minas de diamantes disponen de ella libremente, los extranjeros deberían preguntarse si quieren realmente apoyar a este régimen con sus visitas y compras de joyería".
Un poco más sobre los Bosquimanos y su situación
Hay 100.000 bosquimanos en Botsuana, Namibia, Sudáfrica y Angola. Son el pueblo indígena del Sur de África, y han vivido allí durante decenas de miles de años. En el centro de Botsuana está la Reserva de Caza del Kalahari Central, que fue creada para proteger el territorio tradicional de los 5.000 bosquimanos gana, gwi y tsila (y de sus vecinos los bakgalagadi) y la caza de la que dependen.
A comienzos de la década de los años 80, se descubrieron diamantes en la reserva. Poco después, ministros del Gobierno fueron allí para decir a los bosquimanos que tendrían que abandonar sus hogares a causa del hallazgo de diamantes.
En las tres grandes evacuaciones de 1997, 2002 y 2005, se expulsó a casi todos los bosquimanos. Desmantelaron sus hogares, cerraron su escuela y su centro de salud, destruyeron su suministro de agua, les amenazaron y se los llevaron en camiones. Ahora viven en campos de reasentamiento fuera de la reserva. Rara vez pueden cazar y les detienen o les golpean cuando lo hacen, de modo que dependen de las limosnas del Gobierno. En este momento están atrapados por el alcoholismo, el aburrimiento, la depresión y enfermedades como la tuberculosis y el SIDA.
A menos que puedan regresar a sus tierras ancestrales, sus sociedades y modo de vida únicos serán destruidos y muchos de ellos morirán. A pesar de que los bosquimanos ganaron en los tribunales el derecho a regresar a sus tierras en 2006, el Gobierno ha hecho todo lo posible para impedir este regreso, incluyendo la prohibición de acceder al pozo de agua que utilizaban antes de ser expulsados; sin él, los bosquimanos tienen dificultades para encontrar agua suficiente para sobrevivir en sus tierras.
Al mismo tiempo que impide a los bosquimanos acceder al agua, el Gobierno ha excavado nuevos pozos para animales salvajes y ha permitido que una empresa de safaris, Wilderness Safaris, abra un campamento para turistas dentro de la Reserva, como se dijo más arriba. El Kalahari Plains Camp se abrió después de que Wilderness Safaris firmara un contrato de alquiler con el Gobierno. Sin embargo, el acuerdo no establecía ninguna cláusula sobre los derechos de los bosquimanos, en cuyas tierras se encuentra el alojamiento, y tampoco se los consultó sobre la iniciativa. Mientras que los bosquimanos de los alrededores tienen problemas para encontrar agua suficiente para sobrevivir en sus tierras, los clientes del alojamiento pueden tomar un cóctel junto a la piscina del campamento.
Además, el Gobierno ha rechazado expedir ni un solo permiso de caza en su tierra (a pesar de la sentencia de diciembre del Tribunal Supremo de Botsuana sobre la ilegalidad de rechazar la emisión de permisos). Ha detenido a más de 50 bosquimanos por cazar para alimentar a sus familias y les ha prohibido llevar sus pequeños rebaños de cabras a la reserva.
Su política consiste, claramente, en intimidar y asustar a los bosquimanos para que se queden en los campos de reasentamiento y en hacer imposible la vida a aquellos que han regresado a sus tierras ancestrales.
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