La maldita ''sacralidad de la propiedad privada''

Paraguay se ha visto convulsionado en los últimos días, a raíz de varias movilizaciones campesinas que han puesto en evidencia que ese país se encuentra entre los más inequitativos de América Latina.

Los campesinos, organizados en la Liga Nacional de Carperos, no hacen otra cosa que reclamar lo que fue promesa en la campaña del actual presidente Fernando Lugo: una reforma agraria integral que beneficie a las familias campesinas sin tierra, y logre así revertir la situación de desigualdad actual, donde casi el 70% de las tierras cultivables pertenecen al 10% de los mayores terratenientes.

Hace dos semanas, los campesinos ocuparon dos haciendas, tras lo cual fueron detenidas más de cien personas, según informó la agencia ANSA. El pasado domingo ocuparon otras 18 propiedades.

El lunes, el Ministerio del interior paraguayo desalojó cuatro haciendas y arrestó a uno de los dirigentes de la protesta, José Rodríguez. El dirigente fue acusado por la fiscal Lilian Ruíz de haber ''instigado'' a los campesinos a ocupar tierras, lo que fue catalogado por éste como una persecución política por parte de la fiscal.

Rodríguez declaró a la prensa local que los campesinos le estaban dando al gobierno lo que restaba de esta semana para dar respuesta a su reclamo y anunció medidas más drásticas si éste no era contemplado. Además, recalcó la urgencia en la que viven las decenas de miles de familias de campesinos y campesinas sin tierra. "Indigna cuando en frente tenemos propiedades ociosas y no se puede usar por una sacralidad de la propiedad privada", declaró el dirigente, según consigna la agencia Prensa Latina.

Según la organización Oxfam, Paraguay se encuentra entre los diez países más desiguales del mundo. Esta desigualdad, como ha ocurrido en no pocos países, se ha acentuado con el crecimiento del cultivo de la soja, del cual el país es el cuarto productor mundial; esto se debe a que, entre otras cosas, ha disparado el costo de las tierras, haciendo que éstas sean cada vez más inaccesibles para la producción familiar, situación que se repite también en todos los países donde la soja ha hecho su entrada desgraciadamente ''triunfal'' (Argentina, Brasil, Uruguay, etc.).