La tragedia de Japón ha despertado la solidaridad de todo el mundo por la perdida de miles de vidas humanas y de vastas regiones y ciudades de ese país debido al terremoto de magnitud 9 y el posterior tsunami que arrasó con importantes porciones de territorio japonés.
Al mismo tiempo, es altamente preocupante el impacto que ha causado el desastre natural en la central nuclear de Fukushima ocasionando explosiones y que ha llevado a una situación de grave riesgo por la liberación de material radiactivo, situación que puede empeorar si se fusionan los elementos del núcleo de esta planta por sobre calentamiento. También están en peligro otras dos plantas nucleares en situaciones de riesgo en Onagawa y Tokai. El gobierno japonés se ha visto obligado a apagar al menos 11 centrales nucleares con el objetivo de prevenir más desastres lo que ha dejado sin suministro de electricidad a más de 6 millones de personas. 200.000 personas ya han sido evacuadas para prevenir una posible exposición a los efectos nocivos de un accidente nuclear y ya se están tomando medidas de salud pública con la población expuesta.
Esta trágica situación nos alerta UNA VEZ MAS sobre el enorme peligro que significan las instalaciones nucleares para la supervivencia y seguridad del planeta y nos recuerdan la resistencia de activistas japoneses que hace 40 años se negaron a la construcción de estas plantas. Hoy el mundo está cambiando, no solo por los riesgos de desastres naturales sino por los riesgos a los que estamos sometidos por impactos del cambio climático que ha producido grandes inundaciones, deslaves y alteraciones severas en la habitabilidad del planeta, como los derrumbes en Río de Janeiro que hace poco pusieron en amenaza centrales nucleares instaladas en la zona debiendo ser paradas hasta que se estabilice la situación. Esta vulnerabilidad global debe ser considerada adicionalmente, pero sobre todo se debe ser consciente de que la tecnología y el dinero no salvaran vidas una vez producidas las tragedias.
La crisis climática y la necesidad de energía han dado lugar a que sobre todo las grandes corporaciones y los países desarrollados, hablen de la energía nuclear como energía alternativa limpia y sostenible. Los propios proyectos del Banco Mundial, siempre horrorosos, sobre energía consideran a ésta como una importante posibilidad así como las grandes hidroeléctricas, de las cuales hemos hablado en innumerables ocasiones de lo desastrosas que son. Cada vez queda más claro que estas son falsas soluciones que sólo aumentan el peligro y la vulnerabilidad de la humanidad frente a los cambios globales.
La energía nuclear se está proponiendo como una fuente de energía alternativa y "limpia" en las negociaciones de cambio climático, pero está demostrado que puede quedar fuera de control tanto técnico como humano y afectar a millones de personas y en particular a las próximas generaciones por su potencial efecto nocivo en la vida. Los Foros Multilaterales como el Proceso Río+20, el proceso de la Convención del Clima, los foros relacionados con energía alternativa y otros deben considerar muy seriamente el uso de la energía nuclear por su peligrosidad.
Sería más que conveniente que los gobiernos escuchen las voces de la sociedad civil de todo el mundo que ha manifestado su oposición a las falsas soluciones, que escuchen a sus pueblos. También deberían concentrarse en asegurar la sobrevivencia, el derecho a la habitabilidad, el derecho a la salud y la soberanía alimentaria de millones de personas en el mundo, en lugar de debilitar las condiciones en el planeta siguiendo mandatos del capital.
Deberían desmantelarse las centrales nucleares a lo largo y ancho del planeta, al mismo tiempo que buscarse verdaderas soluciones para los pueblos y que en el camino se apliquen todas las precauciones para evitar daños que tengamos que lamentar. Chernobil y Fukushima son alertas que deben obligar a los gobiernos a que dejen de insistir en seguir promoviendo estos proyectos. La energía nuclear para aprovisionamiento de energía y más aún con fines bélicos deben parar.
El caso de Japón es presentado y lo será por los medios masivos de comunicación, como una gran tragedia (lo cual es verdad) sin más, pero lo que no nos dirán es lo que está en la raíz de este asunto: el capitalismo y su voraz forma de ''desarrollo'', el neoliberalismo. Lo está detrás del cambio climático, que a pesar de ser el país asiático propenso a terremotos, hemos visto en estos tiempos como éstos se suceden más asiduamente y más violentos y está detrás de las plantas nucleares también. Con Japón, hemos asistido a la caída del capitalismo por su propio peso, sin guerras inventadas, sin opresión de un pueblo, sin absolutamente nada provocado intencionalmente. La voracidad consumista y arrolladora del capitalismo, desembocando en desastres naturales y la casi eliminación de un pueblo entero.
Además e íntimamente relacionado y siendo causa y consecuencia también (el capitalismo), la caída de mercados y monedas nacionales, profundizando aún más la crisis económica mundial que, a causa de la globalización, un acontecimiento generado en cualquier parte del mundo, en este caso en Japón, arrastra a la caída de economías enteras en una cantidad inmensa de países. El país asiático es (era) la tercera economía del mundo, cayó en 24 horas y no hubo dinero que lo salvara de esta terrible situación.
De aquí en más, deberemos de pensar en Japón como ejemplo para el futuro y apostar a otro tipo de vida y desarrollo. El país asiático tendrá que reconstruir (nuevamente) un país en ruinas, la cuestión será hacerlo sobre otro modelo y sobre otras bases más solidas y sustentables. Aprender de los malos ejemplos DE UNA BUENA VEZ, es lo que tenemos que hacer. Pensarlos, cambiarlos y reconstruirlos es la meta para un futuro que, esperamos, no sea muy lejano.
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