La construcción de obras de infraestructura destinadas a albergar la Copa Mundial 2014 de Fútbol en varios Estados del Brasil amenaza a decenas de miles de familias y representa una nueva oportunidad de apropiación por parte de corporaciones privadas de recursos naturales y dineros públicos.
De ahí que varias organizaciones estén articulando procesos de resistencia a dichas obras para evitar que “una pasión como lo es el fútbol sea aprovechada para acrecentar el capital y marginalizar aún más a miles de personas”, según palabras de Fernando Campos Costa, integrante del Núcleo Amigos de la Tierra (NAT) Brasil.
Mientras participaba de una audiencia pública en el Día del Derecho a la Ciudad, este viernes 25, en la capital del Estado de Rio Grande do Sul, Porto Alegre, Fernando habló sobre el efecto que dichas obras tendrían sobre las ciudades y las comunidades urbanas.
Solamente en la periferia de Porto Alegre, informa Fernando, unas tres mil familias serían desplazadas para realizar las obras de construcción y las mismas no cuentan con ningún tipo de información al respecto e ignoran si sus derechos serán o no garantizados.
También la semana pasada, en Rio de Janeiro, se dieron cita los doce comités de resistencia a estas medidas que se han articulado en Brasil, definiendo la realización de movilizaciones y reclamos por parte de los afectados y organizaciones acompañantes. “Copa en Brasil sí, pero con respeto a los derechos de las comunidades”, reza el eslogan de la campaña.
“Se usa el deporte como algo verde, que beneficia a la salud, pero se transforma eso en mercadería y se visualiza por parte del capital estos eventos como una gran oportunidad para obtener grandes ganancias, que además cuentan con financiamiento público”, explicó Fernando.
Uno de los principales promotores de dichas obras precisamente es el Banco Nacional de Desarrollo Social (BNDES) de Brasil y a juicio del NAT estas obras se inscriben en proyectos como la construcción de hidroeléctricas, el fomento a los agrocombustibles y otras grandes apuestas del capitalismo industrial y el agronegocio en ese vasto país.
Criminalizando la ''pobreza''
Meses atrás fue presentado al mundo un operativo de limpieza social efectuado a sangre y fuego en las favelas o barrios ''periféricos'' de Rio de Janeiro presuntamente en contra del crimen organizado y como parte de los preparativos hacia la Copa Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos que les sucederán en 2016. Como resultado del mismo, se instalaron en dichas favelas las denominadas “Unidades Permanentes de Pacificación”.
Esta presencia policial y militar ha significado una mayor criminalización de la ''pobreza'' y configura, según Fernando, una acción del capital para “recuperar” zonas que en el futuro cercano adquirirán un valor inmobiliario superior impulsado por los eventos deportivo-turísticos de los cuales Brasil será sede.
La larga lucha de comunidades urbanas por obtener una ciudad más sustentable, que las incluya y dignifique tiene pues en los grandes eventos (que en su simbolismo también vienen a rubricar el advenimiento de Brasil como potencia capitalista de Sudamérica como lo fuera la construcción de su capital, Brasilia, a fines de los años 50) un punto de inflexión.
“Será un momento en que las comunidades planteen sus dudas y expongan sus reivindicaciones y en que los movimientos ambientalistas expongan sus demandas para la construcción de ciudades sustentables”, señala un boletín de la campaña por el respeto de los derechos de las comunidades.
Por su parte, el integrante de Amigos de la Tierra Brasil insiste: “decimos que el fútbol no es una mercadería y llamamos a tener una visión crítica desde todos los países que participan en esta Copa del Mundo para que una pasión no sea empleada para precarizar más a la gente”.
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