En setiembre del año pasado se supo que la fundación que maneja el empresario Bill Gates, conocido eugenista y propietario de la empresa Microsoft, compró acciones, a través de un fideicomiso, en la semillera estadounidense Monsanto, una decisión que fue cuestionada por organizaciones como La Vía Campesina.
En la misma línea, un informe publicado en febrero por Amigos de la Tierra Internacional señala que las empresas de biotecnología, con la ayuda del gobierno de Estados Unidos, buscan “nuevos mercados” en África con el propósito de “rescatar las ganancias”, y en ese marco coloca el “interés directo” de la Fundación Gates por “maximizar las ganancias” de la Monsanto.
El documento, que lleva como título "Quién se Beneficia con los cultivos transgénicos: una industria construida en base a mitos", agrega que esta alianza entre Gates y Monsanto termina provocando severos impactos sobre los pequeños propietarios y las comunidades campesinas en África.
La Vía Campesina ya había denunciado en 2010 que la compra de acciones de Monsanto por parte de la Fundación Bill y Melinda Gates tiene que ver “menos con filantropía que con lucro”, ya que el dueño del imperio Microsoft “está ayudando a abrir nuevos mercados para Monsanto”. Recordemos que a la Fundación Gates se la presenta al mundo como una de tipo filantrópica, lo cual es una simple máscara.
Pero esta colaboración aparentemente indirecta no es nueva. La fundación creada en 1994 por Bill y Melinda Gates ya ha invertido cifras millonarias en la Fundación Rockefeller, con el objetivo de implementar la más que controvertida, desastrosa Alianza para una Revolución Verde en Africa (AGRA), que le está abriendo el mercado africano a los productos de Monsanto, Dupont y Syngenta, las empresas más poderosas en cuanto al agronegocio y especialmente de organismos genéticamente modificados (OGM) y agrotóxicos en el mundo.
Se estima que la fundación ya donó 456 millones de dólares para la AGRA y el caso más claro de los vínculos con las empresas de la biotecnología parece estar en Kenya, donde la mayoría de estos recursos económicos terminan en manos de organizaciones locales vinculadas a la Monsanto.
“La Fundación Gates continúa empujando los productos de Monsanto a los pobres, a pesar de la creciente evidencia de los peligros ecológicos, económicos y físicos de la producción y consumo de cultivos transgénicos y agroquímicos”, decía La Vía Campesina en setiembre.
La noticia también impactó en aquella oportunidad en las organizaciones campesinas de Haití, donde la Monsanto ya había incursionado con una donación de 475 toneladas de semilla transgénica para “colaborar” con las víctimas del terremoto, lo cual era una terrible estrategia para hacer dependiente al país y muy especialmente a sus campesinos, de las semillas de la empresa. “Es realmente chocante enterarnos de la decisión de la Fundación Bill y Melinda Gates de comprar acciones de Monsanto mientras le está dando dinero a proyectos agrícolas en Haití que promueven las semillas y agroquímicos de la compañía”, declaró Chavannes Jean-Baptiste del movimiento campesino haitiano de Papaye, citado en la publicación de Amigos de la Tierra Internacional.
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