Catorce siglos de patrimonio cultural, una hermosa basílica de 250 años de construida, reserva de aguas termales sanadoras y un paisaje humano y cultural exuberante son entre otros, los “tesoros” que quedarían sumergidos (en un área total de cuatro mil hectáreas de espejo de agua) de prosperar la megarepresa de acopio de agua El Zapotillo, cercana a la población de Temacapulín en Jalisco, México.
Mientras las represas, que concitan millonarias inversiones, son propaladas como sinónimo de ''desarrollo y progreso'' para las poblaciones rurales mexicanas, los habitantes de Temacapulín conocen bien la historia de las cinco presas que en la misma región han sido construidas y luego abandonadas al perecer su “vida útil”, es decir los veinte o treinta años en los cuales producen ingentes ganancias a sus constructores, nunca beneficios al Estado y menos a los pobladores inundados.
Uno de los problemas de estas presas, al haberse deforestado compulsivamente la zona de los altos de Jalisco, es el relativamente veloz proceso de sedimentación que las torna obsoletas. Los inversores se interesan en las mismas durante el tiempo en que arrojan resultados económicos casi sin mantenimiento.
En la media tarde del pasado jueves 30 de setiembre, en un corredor colonial de la plaza de Temaca, tapizado de carteles donde se registran sus cinco años “de pesadilla”, se cumplió con el prólogo del 3er Encuentro Internacional de Afectad@s por Represas y sus Aliad@s al escucharse testimonios de los pobladores sobre la vida en Temaca antes y después de que la gran presa, en actual construcción, apareciera en el horizonte.
La lucha de los pobladores de Temaca incluye a los “Hijos Ausentes”, es decir a la legión de pobladores que han abandonado el pueblo para radicarse en la gigantesca Guadalajara, el inconmensurable DF u otras megalópolis mexicanas. “Estamos en la ciudad por conveniencia... pero nuestra querencia quedó en Temaca”, explican para argumentar su adhesión a la campaña “Salvemos Temaca”.
María Abigail Agredanos fue la encargada de “romper el hielo” en la cálida tarde de Jalisco. Recordó la vida en Temaca hace décadas atrás, la historia de pobreza de su familia que logró obtener su habitación y su patrimonio en base a mucho esfuerzo. Por su parte Marco Von Bostel, del Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (IMDEC) enumeró las múltiples irregularidades que han acompañado el proceso de El Zapotillo como la falta de un estudio de impacto ambiental real. El activista señaló que el 10 de noviembre se realizára por parte de los participantes internacionales una jornada mundial en contra de la presa y a favor de la vida de ésta y otras comunidades afectadas.
Otro vecino de Temaca, Alfonso Iñiguez Pérez, que vivió 40 años fuera de su pueblo y regresó para vivir aquí sus “últimos años” dió su testimonio de lo ocurrido en el tiempo de resistencia a El Zapotillo.
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