Días después del terremoto se produjo una nueva remilitarización e invasión en Haití. A la ocupación militar se suma la económica, representada por la deuda externa odiosa e ilegítima. A pesar de toda esta situación el pueblo haitiano sigue resistiendo y luchando por un futuro prospero y digno.
Las heridas en la tierra haitiana dejaron profundas cicatrices hace un año (12 de enero de 2010). Todavía nos estremecemos por las 250 mil vidas apagadas, por el llanto y la incertidumbre de los sobrevivientes. Haití nos duele porque es carne de nuestra carne.
La furia de la naturaleza puso miles de ojos sobre el pequeño país del Caribe, olvidado en su tragedia cotidiana. Los grandes medios contaron la catástrofe a su modo. La presencia militar ya estaba ahí, pero hicieron creer que eran necesarios más soldados y armas para contener las fuerzas de la Madre Tierra y distribuir el poco pan de cada día bajo el cartel de ''ayuda humanitaria'', que es el que usualmente se utiliza para estas situaciones. El ejército estadounidense impidió inclusive el aterrizaje de vuelos con ayuda humanitaria en el aeropuerto de Puerto Príncipe durante los dos días que le insumió tomar el control de ese centro para recibir a la Secretaria de Estado de su país, Hillary Clinton.
Cooperación genuina ha sabido dar, entre otr@s, Médicos Sin Fronteras, que ha desplegado 7.900 efectivos en la zona destruida, ha atendido a 358.000 personas, realizado 16.500 cirugías y asistido en más de 15.000 partos. “La reconstrucción ni siquiera ha empezado. La comunidad internacional tiene que cumplir los compromisos que adquirió con el pueblo haitiano”, dijo Aitor Zabalgogeazkoaha, director general de la organización.
Pero más de 800.000 personas todavía viven en campamentos armados luego del terremoto, que llevó a que 2,3 millones abandonaran sus hogares en el país más ''pobre'' de América Latina, ocupado por las fuerzas de (des)estabilización de la ONU y azotado en los últimos meses por una epidemia de cólera que mató a varios miles de personas más.
¿La desgracia de un pueblo entero serviría como anillo al dedo a los históricos planes de dominación imperial? Por supuesto! Lamentablemente a eso nos tienen acostumbrados los más poderosos, insensibles e incapaces de responder ante las emergencias de los más empobrecidos.
¿Quién le preguntó al pueblo haitiano si querían tropas uniformadas o alimentos, organización social o represión, una ley de emergencia sin participación popular o soberanía nacional; semillas transgénicas o estrategias sustentables que les permitan romper las dependencias propias del asistencialismo? ¿Quién indemniza al pueblo haitiano por los estragos de una epidemia del cólera importada? ¿Quién les tiende su mano, sin imponer condiciones, sin esperar nada a cambio? Más bien, América Latina, el mundo, están en deuda con Haití. La tarea no es sencilla. Hay que reconstruir la esperanza de quienes perdieron hasta los sueños.
La promesa de otro país ha de salir del esfuerzo y la voluntad de su gente, que no está sola. A su lado, están sus vecinos caribeños y latinoamericanos; países como Cuba y Venezuela, que según Camille Chalmers han sido los que han dado apoyo real a Haití; y diversos movimientos sociales, que han mostrado cooperación más que solidaria en cuestiones claves como la salud, la alimentación, la agricultura, entre otras.
No se trata de invertir en Haití, sino de acompañarles en este momento crucial para el resurgir de esa nación, aquejada por los efectos del cambio climático, la militarización, la violencia, la exclusión política y social, la desnacionalización y una añeja crisis económica que le ubica como el país más pobre del continente.
Los movimientos sociales articulados en el proceso de construcción del ALBA, han alzado la voz para generar un despertar colectivo:
- “La lucha contra la militarización, las bases militares, la criminalización de la protesta social y las agresiones del imperio; la batalla contra las trasnacionales, las privatizaciones y la desnacionalización; la crisis climática y los derechos de la Madre Tierra, de los pueblos originarios y por el bien vivir; así como la solidaridad internacional''. ''Pareciera que se habla de Haití y sus urgencias en cada uno de estos ejes, por eso no ha dejado de ser una prioridad en nuestra lucha solidaria y lo seguirá siendo mientras el pueblo haitiano lo necesite''.
- ''Empezamos el 2010 conmovidos por los intensos terremotos, pero no nos paralizamos a contemplar el desastre. Llegamos al 2011 con la certeza de que en enero pasado, la tierra no se tragó la injusticia, la angustia, las falsas ayudas, las verdades a medias, los silencios mediáticos que ocultan obviedades, el último adiós a las armas (...). Pero lo que tampoco pudieron los temblores de tierra, fue llevarse la esperanza, la vida, las ganas de hacer realidad la Patria grande..A ellas les apostamos, por ellas seguiremos esta lucha común. ¡Juntos y juntas lo lograremos!''
Les dejamos a continuación el audio ''Especial Haití'', extraído de la página de Jubileo Sur:
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