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jueves, 20 de enero de 2011

''El cambio no vendrá si no hay lucha social''


Con la ocupación de cuatro edificios en el centro de São Paulo, Brasil, a finales de 2010, los sin techo que luchan por una vivienda digna se aproximan a su mayor deseo: cambiar el aislamiento de la periferia por una parte ''privilegiada'' de la metrópoli. La expropiación de 53 edificios del centro puede significar el final de los frecuentes desalojos.

Veinte kilómetros dentro de la capital separan el número 925 de la Avenida Ipiranga, en el centro de São Paulo, de la calle Enrique Perdigão, localizada en el barrio de Ciudad Líder, en la zona este. La distancia, sin embargo, se puede recorrer en dos sentidos: no se trata de coches, autobuses o metro, sino de sentimientos como esperanza y frustración, que se alternan de acuerdo con el punto final del trayecto. Fátima Gomez de Oliveira es la prueba de eso.

Cuando hizo el camino, así como otros cientos de personas sin techo, paulistanos, hacia el centro, especialmente a la Avenida Ipiranga, en el edificio que había ocupado recientemente el movimiento por la vivienda, se comprendía que aquel desplazamiento podría significar cambios estructurales en sus vidas; sin embargo, el inevitable reintegro de la propiedad y el regreso a la favela desmoronan gran parte estas expectativas. Pero no todas.

En el Jardin Ipanema, la calle  Henrique Perdigão es una de las vías que rodean la ocupación Eletropaulo, que desde 2002 se convirtió en un destino para los que fueron desalojados de otras ocupaciones cercanas. Por eso la favela cuenta ya con 700 familias, las cuales, además de padecer lamentables condiciones de habitación y saneamiento, tienen que convivir con torres de electricidad de la empresa que da nombre al local. Cuando llueve y hace viento, el peligro aumenta; las torres emiten zumbidos de alta potencia que impiden el sueño de los habitantes, eso cuando las goteras no encharcan sus habitaciones, además del peligro casi inminente de desmoronamiento.

La familia de doña Fátima, de 55 años, ya montó dos chabolas en el área. La primera se vino abajo después de “una lluvia que no era fuerte”; en la misma noche unos compañeros le ayudaron a levantar la segunda chabola. Pero no había manera “aquí llueve más dentro que fuera”, suspira Daniela, su hija, mientras la madre no para de toser y cuando lo hace, sin embargo, no puede beber mucha agua. “Es todo a causa del chagas, la enfermedad que tengo", revela. La enfermedad del chagas, transmitida por insectos, es una infección que, entre muchos síntomas, debilita los latidos del corazón; el exceso de agua haría que el riñón sobrecargase en la función de expulsarla, forzando además al corazón a latir más rápido, doña Fátima sigue:  "mi chabolita se está cayendo, tengo mucho miedo”.

Los muebles de la familia están amontonados en la cama de matrimonio, sostenida por diversas cajas de plástico. Además de las chabolas de otros, doña Fátima tiene como ''vecinas'' una alcantarilla y una pequeña colina. El miedo al desprendimiento no la deja dormir y se desahoga: “Estoy segura de que se han olvidado de la gente de aquí”.

El chagas, sin embargo, no fue suficiente para impedir que doña Fátima participara en la reciente ocupación del edificio 925 de la Avenida Ipiranga y que luchara por mejores condiciones de vivienda. Orgullosa de haberse instalado en el primer piso del edificio, no se contiene y dice “¿Quieren verme en el periódico?'' Con cuidado, desdobla la página en la que aparece su foto bajo el titular: “Los sin techo invaden edificios del centro”. “Era bueno vivir en la ciudad. Quería haberme quedado allí”, se lamenta.

A pesar del retorno a la favela salió ''victoriosa'' de la ocupación: su familia recibirá de la Alcaldía de São Paulo una subvención de 300 reales mes para el alquiler de de una casa. "Mi niña ha visto una casita, hoy temprano, pero vamos a tener que cambiar de escuela a los niños, pues no está muy cerca de aquí''. La subvención le será entregada durante 30 meses; después de ese periodo existe la posibilidad de que su familia tenga una casa definitiva a través del programa federal Minha Casa Minha Vida. Según la Asociación de Residentes del Jardín Ipanema, se está estudiando un plan en la Ciudad Líder que albergaría a 160 familias con rentas bajas.

Expropiando el centro

Las últimas ocupaciones en el centro de São Paulo tuvieron lugar el 4 de octubre de 2010, cuando los sin techo ocuparon cuatro edificios en una serie de movilizaciones por la vivienda. No sólo están vacíos, los edificios ocupados acumulan deudas de años de IPTU (Impuesto sobre Propiedades De Edificios y Territorial Urbana) sin pagar: el número 340 de la calle Manuá debe el impuesto desde 1974, con 1.500.000 reales de deuda, mientras en la AvenidaPrestes Maia 911, el saldo negativo llega a 4 millones. El edificio del INSS, en la Avenida 9 de Julio, debe 4000.000 reales a sus concesionarios, (Sabesp y Electropaulo).

“Para quien vive en una favela en el fin del mundo, ese subsidio para la vivienda es una victoria. Pero hay que luchar para no llegar al final de ese período de 30 meses con las manos vacías. Son tan grandes la aglomeración, la desigualdad y la segregación que conseguir eso ya es una victoria. Y, recientemente, nosotros no estamos celebrando muchas victorias”. argumenta Erminia Maricato, profesora titular de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidade de São Paulo (USP) y secretaria de vivienda de São Paulo en la gestión Erundina (1989-1992). Ella cree que los próximos cambios solo sucederán si el movimiento por la vivienda no se adapta con tales medidas paliativas. “No habrían ganado si no tuviesen fuerza. El cambio no vendrá si no hay lucha social, no hay que hablar sólo de la lucha de los que no tienen casa, sino también de los urbanistas y ambientalistas".

El actual secretario de vivienda de São Paulo, Ricardo Pereira Leite, cree que las ocupaciones no son la mejor manera de resolver el problema. ”No nos ponemos de acuerdo con las personas que ocupan el edificio que nosotros estamos expropiando, porque consideramos que es perjudicial para la política de vivienda". Aparentemente este político no piensa en lo perjudicial que es vivir en las favelas desde el punto de vista sanitario y de salud (entre otros) que acarrea a sus poblaciones y es por ello que hace tal afirmación. Quizá (seguramente) si viviera un mes al menos en una de ellas, sus declaraciones cambiarían

Los resultados del último censo realizado por el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) revelan que en São Paulo existen 290.317 viviendas desocupadas, equivalente al 7,4% del total de domicilios de la capital, de ese total es difícil precisar la cantidad de edificios que están enteramente desocupados, pero seguramente en esos ''vacíos'' se podría dar vivienda a quienes no la tienen o la tienen de forma calamitosa. Actualmente, está en vigor un proyecto de expropiación de 53 edificios vacíos en el centro de la ciudad, resultando un total de 2.500 unidades (recordemos las 290.317 de más arriba), que se destinarían a viviendas sociales.

El secretario recuerda que hay que superar más obstáculos: ''la mayoría de los edificios que estamos expropiando son de las décadas de 1940 y 1950. Hoy pertenecen a tres Estados diferentes. La complejidad jurídica es enorme. Además existen problemas estrictamente físicos de los edificios, cuya mayoría eran comercios (sin cuartos de baño y sin acceso a vehículos) y hoteles. Los proyectos se adaptarán para preservar al máximo la tipología actual”, dice Pereira Leite.

Según Erminia “los pobres no caben en la ciudad legal, y no son minoría”. Hay una cosa de la que no se habla: la escala de ''ilegalidad'' a la que se relega a la población de renta baja, y no es poca gente. En el municipio de São Paulo casi la cuarta parte de la población habita ''ilegalmente''

El centro todavía distante

En la favela Eletropaulo, no fue solo doña Fátima la que hizo el itinerario “zona este/centro” durante las ocupaciones. Mientras se arregla las trencitas coloreadas en el cabello oscuro, Elizabete recuerda lo difícil que fue mantener a los seis hijos en el edificio de la Ipiranga. “Todos los niños faltaron a la escuela pero no había manera, ¿te imaginas llevar y buscar todo el día?'' pregunta. ''Van a quedarse para recuperación'', pero incluso Elizabete no se arrepiente, sus hijos también estuvieron en el campamento frente a las cámaras. En la radio  escoge la música Vida Loca (parte II), de los Racionales Mc’s (“siempre quise un lugar/ con hierba y limpio/ así verde como el mar/ tapias blancas una seringueira con baanza/ desbicando pipa, rodeado de niños''), y explica que va a firmar el contrato del subsidio de vivienda en los próximos días; la expectativa es grande.“La luz se apaga a todas horas. Ya llevamos dos meses sin agua. Sabe lo que es abrir el grifo y que no caiga ni una gota de agua?”. Paradojas: (sobre)''viviendo'' bajo torres de tensión eléctrica y sin luz!!! Lo del agua, sin palabras.

La radiación generada por las torres de electricidad de Electropaulo es otro factor que complica la situación de la favela, el riesgo de cáncer es elevado, principalmente para los que viven al lado. Es el caso de Jeanne Darc, que comparte una chabola con sus dos hijos y con algunas partes de la torre. “Arreglaron ese lugar a última hora al volver de una ocupación desalojada'', revela. Jeanne no ha podido participar en las últimas acciones de los sin techo, pero asegura que estará en las próximas: “sin falta, para tener la oportunidad de conseguir la subvención". A Elenita, su vecina, también sólo le falta firmar el contrato de subvención del alquiler. Sus hijas, que también estuvieron en la ocupación, ahora juegan en el varal de la torre eléctrica.

Pero la perspectiva de habitar en el centro de la ciudad todavía está muy difícil. Las familias de la favela, ayudadas por la prefectura, buscan casas cerca de donde viven, debido al bajo valor del alquiler que podrán pagar. “Uno de los méritos de ese movimiento por la vivienda que ocupó en el centro y que justamente es donde quieren vivir, en el centro, es donde se encuentra la mejor situación de accesibilidad y movilidad de la región metropolitana” afirma Erminia. Según el secretario de vivienda, los edificios expropiados se asignarán a los sectores con rentas de cero a diez veces el salario mínimo y a las personas mayores. “Los sectores de rentas más bajas (de cero a tres veces el salario mínimo), que no consigan comprar la casa, probablemente serán atendidas por programas de alquiler social. Las partes de renta más alta comprarán de acuerdo con el valor de la tasación”, dice Pereira Leite.

Mientras los habitantes de la favela de Electropaulo comparten chabolas con agua de lluvia y torres de electricidad, el edificio que fue ocupado en la Avenida de Ipiranga continúa "para las moscas”, (siempre a los 20 kilómetros que los separan del centro de la ciudad). Sólo el mantenimiento de la lucha por una vivienda digna podrá aproximar a unos pocos a su destino deseado

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