Poner fin a la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), pero también deshacerse de la decena de miles de uniformados norteamericanos que desembarcaron bajo excusa de recomponer el país tras el terremoto de enero de 2010, son los reclamos más inmediatos de la población de ese país, el primero en América Latina en ''liberarse'' del yugo colonial, en 1804.
Pero no alcanza con eso. Para Doudou Pierre, de La Vía Campesina haitiana, la verdadera estabilización del país caribeño, en que únicamente un 2% del territorio cuenta con cobertura vegetal, sólo será posible a través del cumplimiento de una verdadera reforma agraria integral.
La “guerra” contra el campesinado haitiano se inició por cierto mucho antes de terremotos y ocupaciones: el cerdo criollo, fuente básica de proteínas entre la población rural, fue diezmado casi totalmente. Pero además, el monocultivo de caña de azúcar, generó durante dos siglos la expulsión de los campesinos en la disputa por la tierra.
“El principal problema hoy en Haití es la reforma agraria”, señala Pierre y describe la pavorosa descampesinización que se vive en su país en favor de la migración hacia República Dominicana (la mayoría) y demás países de la región.
De nueve millones de haitianos, se estima que un millón de ellos radican en el sector dominicano de la isla La Española y otro tanto se encuentra, en general en forma ''indocumentada'', en los Estados Unidos.
No existen planes para revertir este proceso ni desde los distintos gobiernos que se han sucedido al derrocamiento de Jean Bertrand Aristide ni, claramente, desde los militares que con insignia de Naciones Unidas, ocupan el país y representan el verdadero poder fáctico, dice el activista.
“A nombre del pueblo haitiano solicitamos a los hermanos de América del Sur cuyos países tienen soldados en Haití que hagan presión sobre los gobiernos para que retiren sus hombres” de la MINUSTAH, señaló Doudou Pierre.
Para la población que se pretende “estabilizar”, está claro que por encima de lo formal, donde Brasil ocupa la conducción de la Misión, no existe “diferencia en que la comandancia la ocupe Brasil, Ecuador o Chile” dado que “la fuerza real está representada por los Estados Unidos”.
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