Días atrás, los gobiernos que asistían a la reunión del subcomité científico del Convenio de Diversidad Biológica (OSACTT 14, Organismo Subsidiario de Asesoramiento Científico, Técnico y Tecnológico) acordaron relizar una recomendación formal para establecer una moratoria sobre todas las actividades de geoingeniería, abriendo paso para que sea considerada por los 193 gobiernos miembro del Convenio en su reunión de octubre de este año.
Según figura en un comunicado del Grupo ETC, una organización de la sociedad civil activa en esta área, la propuesta de moratoria “recibió apoyo casi unánime con declaraciones fuertes de países en África, Asia, Europa y América Latina”.
Según figura en el comunicado, el texto aprobado establece que “ninguna actividad de geoingeniería relacionada con el clima tendrá lugar hasta que haya una base científica adecuada para justificar tales actividades y consideración apropiada de los riesgos asociados para el ambiente y la biodiversidad y los impactos asociados sociales, económicos y culturales”.
La “geoingeniería” implica “cualquier esfuerzo humano de gran escala para ajustar los sistemas planetarios al cambio climático”, e incluye “propuestas para bombear sulfatos en la estratósfera, para bloquear la luz del sol, o arrojar sales hacia las nubes para incrementar su reflectividad”. También implica “transformar enormes áreas en la tierra o en el mar con el fin de secuestrar el exceso de gases de efecto de invernadero”, según se explica en el comunicado del Grupo ETC.
Además de establecer la propuesta de moratoria sobre todas las actividades de geoingeniería, el OSACTT también revisó y apoyó la actual moratoria sobre una de las técnicas de geoingeniería, la fertilización oceánica, adoptada por el Convenio de Diversidad Biológica en Bonn, en 2008.
Sin embargo, y en vista de que los partidarios de la geoingeniería preparan acciones para impedir que la moratoria se reafirme en octubre de este año, más de cien organizaciones de la sociedad civil (entre las que se encuentra el Grupo ETC) están conduciendo la campaña No Manipulen la Madre Tierra, como forma de ejercer presión para detener los experimentos de geoingeniería.
“¿Cómo se atreven a reclamar el derecho de bloquear el sol, a pintar las nubes. A cambiar la química del océano?”, indica la autora canadiense Naomi Klein, que apoya la campaña de las organizaciones. “Miren cuánto petróleo se derramó en el Golfo de México. Si hay alguna lección de este desastre es que no podemos controlar los efectos de nuestra tecnología, y nuestra tecnología no es capaz de remediar las perturbaciones de la tierra que nosotros mismos desatamos”, señala. Y agrega: “Es tiempo de que exista un poco de humildad colectiva ante las tremendas fuerzas naturales, ya debemos abandonar nuestra arrogancia ecológica”.
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