Muy lejos del cumplimiento de uno de los grandes mitos de la industria de los transgénicos en la que sus proponentes prometían que los cultivos genéticamente modificados reducirían la aplicación de plaguicidas y promoverían la sustentabilidad en la agricultura, además de la razón central de su existencia: el combate del hambre en el mundo; la presencia de las compañías dedicadas a la biotecnología agrícola han representado todo lo contrario para la agricultura a nivel mundial. Las compañías dedicadas a la experimentación con transgénicos ocupan miles de hectáreas de las tierras más fértiles de nuestra Madre Tierra. Puerto Rico, es uno de los ejemplos más desastrosos. Haciendo referencia a lo anterior, la mayor concentración de compañías de transgénicos en aquel país, se encuentra en el sur de la isla en la región de Juana Díaz a Salinas en el mismo lugar donde se radican cientos de agricultores puertorriqueños que se dedican a la producción de vegetales y frutas. Esta región sur constituye la zona de mayor producción de vegetales del país aportando más del 75% de la producción. Los agricultores locales han sufrido los efectos negativos sobre el agroecosistema de estas compañías multinacionales. La isla ha sido meca de la experimentación con cultivos transgénicos y ya lleva más de dos décadas expuesta a los efectos de esta tecnología que, como se sabe, presenta gran oposición de parte de diversos sectores sociales en todo el mundo.
Puerto Rico posee el record mundial de ser el primer lugar en el planeta en registrarse el desarrollo de resistencia de una plaga como efecto directo de los cultivos transgénicos. Por consecuencia de la presencia de estas compañías en la isla, que incluye a varias de las peores: Monsanto, AgReliant Genetics LLC, Bayer, Dow Agrosciences, Illinois Crop Improvement Association, Pioneer, Syngenta y Rice Tec, desde el año 2006 se ha venido reportando en la literatura científica el desarrollo de resistencia en Puerto Rico del insecto plaga Spodoptera frugiperda también conocido como gusano cogollero del maíz (Matten 2007; Tabashnik et al., 2009; Storer et al., 2012; Tabashnik et al., 2013). La larva de este insecto constituye una plaga de gran importancia en el maíz y otros vegetales tal como la cebolla y el repollo entre muchos otros. A estos insectos que han desarrollado resistencia a la aplicación de plaguicidas algunos le llaman “súper plagas” constituyendo un problema mayor para los agricultores. Este fenómeno se traduce en mayores pérdidas de cosechas ya que los insectos son mucho más difíciles de controlar siendo resistentes a la aplicación de plaguicidas típicamente utilizados. Como expresan las publicaciones científicas, este fenómeno se debe directamente a la presencia del maíz transgénico en la isla. A esta presión se le suma las aplicaciones exageradas y constantes de todo tipo de plaguicidas en los campos experimentales de estas compañías lo que incide negativamente en el balance del ecosistema agrícola. Como consecuencia del desarrollo de estas “súper plagas” los agricultores se ven impulsados a aumentar las dosis o utilizar productos más tóxicos lo cual repercute negativamente también en la calidad del producto final y en la salud del consumidor. Ante estos reportes científicos consistentes sobre el desarrollo de resistencia de este insecto plaga, la EPA sugirió en un informe en el año 2007 que se terminara con la experimentación de esta tecnología en la isla. Las compañías de transgénicos en Puerto Rico han continuado con la experimentación de maíz genéticamente modificado ignorando las recomendaciones de la EPA en detrimento de la agricultura local.
Los efectos negativos de estas compañías en la agricultura de la isla es históricamente reconocido. El testimonio oral de funcionarios dedicados a la investigación en la Universidad de Puerto Rico ratifica que la incidencia de plagas y enfermedades en los cultivos ha aumentado drásticamente luego del establecimiento de estas compañías en la región. Se ha reportado mayor presión de las plagas ya existentes e insectos que anteriormente no representaban problemas ahora atacan los cultivos.
El desarrollo de una “súper plaga” directamente relacionado a la tecnología transgénica es un fenómeno que se reportó por primera vez en Puerto Rico pero publicaciones científicas recientes demuestran que los casos de desarrollo de “súper plagas” como efecto directo de los cultivos transgénicos se han estado regando por todo el planeta. En tan solo 10 años luego de la liberación de la Tecnología Transgénica Bt se han desarrollado 5 nuevas “súper plagas” en el mundo. Entre los insectos que han desarrollado resistencia como consecuencia de los cultivos transgénicos se encuentran Busseola fusca, Diabrotica virgifera virgifera, Spodoptera frugiperda, Helicoverpa zea y Pectinophora gossypiella (Tabashnik et al., 2013). En oposición a un desarrollo sustentable de la agricultura, el surgimiento de cultivos transgénicos a nivel mundial a representado un aumento de un 26% en la utilización de agrotóxicos o el equivalente a la aplicación de 404 millones de libras de plaguicidas según el USDA (Benbrook 2009).
Irónicamente el gobierno puertoriqueño incentiva la operación de estas compañías con dinero de los contribuyentes a través del Departamento de Agricultura a pesar de los efectos negativos comprobados sobre la agricultura local y la actividad de agricultores que se dedican a la producción de comida para el pueblo. El Departamento de Agricultura subvenciona estas multinacionales otorgándole millones de dólares en incentivos y facilitándole cientos de cuerdas de la Autoridad de Tierras compitiendo así con los intereses de los agricultores y la agricultura local. Estas compañías no contribuyen de manera alguna a la producción de alimentos en la isla y por el contrario atentan contra el patrimonio agrícola del país del cual cada día se depende más para alcanzar la seguridad alimentara tan necesaria.
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