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jueves, 8 de agosto de 2013

El ''mayor envenenamiento de masas de la historia''


Uno de los mayores envenenamientos de masas de la historia está sucediendo en estos momentos. La Universidad californiana de Berkeley, que tras un trabajo de campo de varias semanas, cerró su informe advirtiendo de estar viviendo “una tragedia de dimensiones muy superiores a Chernobyl”.

Si todavía no han oído hablar de ello es, probablemente, porque está ocurriendo en uno de los países económicamente más pobres y olvidados del mundo. En la castigada Bangladesh, concretamente, donde algo más de la mitad de sus 154 millones de habitantes está envenenándose, en mayor o menor grado. Estamos hablando de en torno a 80 millones de personas que beben diariamente agua contaminada con arsénico, un veneno inodoro e incoloro que fluye en grandes cantidades en al menos el 40% de los grifos.

Aunque no hay cálculos médicos fiables, el veneno estaría matando directamente a cerca de 100.000 personas cada año, mientras que varios millones sufren problemas graves de salud, incluido cánceres y gangrenas. En algunas zonas del sur, donde más incidencia tiene el fenómeno, uno de cada diez habitantes fallece con diagnósticos relacionados con esta lenta y silenciosas “mordedura” de lo que en las aldeas se conoce como “el agua del demonio”.

El arsénico es un elemento químico que demora un tiempo en producir efectos sobre la salud de las personas y apenas avisa. Los únicos síntomas externos son extrañas manchas y verrugas en las palmas de las manos y los pies, que con el correr de los años pueden convertirse en gangrena o en tumores malignos. Y, mientras tanto, la carcoma actúa por dentro: ataca los órganos, sobre todo riñones y pulmones, desencadenando un increíble abanico de enfermedades, muchas de ellas mortales. No hay tratamiento, ni antídoto. Lo único que se puede hacer para combatir el veneno es dejar de tomarlo, reposar y comer sanamente, lo cual se hace muy difícil en Bangladesh debido que en muchos casos se necesita agua para cocinar y en ella está el problema (podríamos considerar otros aspectos que no nos detendremos a analizar). En definitiva: una receta que está completamente fuera del alcance de la mayoría de los habitantes de Bangladesh.

Si nos proponemos buscar responsables, habría que apuntar a las organizaciones ''humanitarias'' y mundiales que, a finales de los años '70 del siglo pasado, encabezadas por Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), la cual a su vez es parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y por añadidura también responsable, y el Banco Mundial como otro de los agentes provocadores del desastre, proyectaron y pagaron el sistema de aguas y cañerías de Bangladesh. Por supuesto que el agua no se contaminó sola: aquí entran en escena empresas multinacionales y locales, así como el propio gobierno del país asiático

En este país, sólo una pequeña elite conocía el agua corriente. En el Bangladesh de los años '70, las diarreas causaban la muerte de unos 250.000 niños cada año. Y fue esta situación lo que provocó la acción del ''humanitarismo'' internacional, que animó al Gobierno a crear pozos, tuberías y agua corriente; subvencionando la mayor parte de las obras. Si bien sin cañería había más muertes que con ellas, la cifra por consumo de arsénico irá en aumento y de no controlar la situación, podría sobrepasar las 250.000 muertes al año en poco tiempo más. Más allá de todo, lo que aquí importa es: hasta cuándo seguirán las muertes en masa en Bangladesh?   

Un cúmulo de negligencias

Algunos ''especialistas'' que han analizado la situación denuncian que se incurrió en negligencias, algo obvio si consideramos la matanza de gente como una negligencia en sí misma. La primera de todas y principal: no analizar debidamente la composición de las aguas subterráneas, que en Bangladesh, tienen una concentración de arsénico sin precedentes. O quizá lo sabían e hicieron caso omiso? El resultado ya lo saben: un lento envenenamiento que no se hizo público hasta bien entrados los años 90. ¿Y qué hacer? Porque volver atrás y abandonar el agua corriente es a estas alturas imposible. Resulta extremadamente difícil convencer a la gente de que vuelva a beber de turbios charcos que también mataban, además de incurrir nuevamente en un error, y no de la engañosa agua ''fresca'' y ''transparente'' que sale del grifo, sobre todo después de haberles dicho durante décadas lo contrario. Una verdadera encrucijada...

Los casos de envenenamiento han aumentado un 20% en los últimos años. Soluciones, por supuesto, hay muchas, pero todas adolecen de un mismo defecto: cuestan dinero. Además, la población de Bangladesh no parece interesar ni a los organismos internacionales ni al propio gobierno del país, por lo cual no hay un interés real en solucionar el problema. En el caso de algunas de las soluciones que cuestan dinero, podríamos tomar como ejemplo los filtros para purificar el agua, los cuales se pagan a 30 euros por grifo, en un país donde la mayoría subsiste con menos de un euro y medio al día. Otra solución sería construir pozos más profundos para alcanzar las capas freáticas no contaminadas, lo cual se muestra imposible por la falta de interés de sus gobernantes y porque más allá de todo, no deja de ser un estado económicamente muy pobre.

En esta espiral de horrores, el arsénico está provocando, de paso, escenas mucho peores y que desembocan en otras problemáticas socio-económicas. En muchas aldeas, los infectados son segregados y apartados del resto; los maridos se divorcian de las mujeres con verrugas o manchas; los niños afectados son expulsados de las escuelas; y los hombres pierden su trabajo; entre otras consideraciones que podríamos tomar. La OMS, la misma organización que ''combate'' con un presupuesto millonario el mentiroso virus A H1N1 (por más información de esta farsa ver: http://enclavesur.blogspot.com/2010/04/wolfgang-wodarg-estamos-ante-uno-de-los.html y http://enclavesur.blogspot.com/2010/07/mas-de-la-falsa-pandemia-h1n1.html) y que es cómplice de la situación en el país asiático, habla del “mayor envenenamiento de masas de la historia”.

Este es un nuevo efecto del sistema capitalista. Un sistema que, entre otras cosas, destruye y endeuda países, contamina la madre tierra y mata poblaciones en cantidades innumerables. El de Bangladesh, es uno de los tantos ejemplos de lo que está ocurriendo y que de seguir en este ritmo, ocurrirá con el agua en los próximos años a lo largo y ancho del planeta. Cuando hablamos y marchamos en defensa del agua no lo hacemos porque se nos ocurre, sino porque sabemos y tomamos conciencia real de lo que significa y de cómo la vienen contaminado hace mucho tiempo. Estará en el pensamiento de cada persona considerar esto y luchar por el agua particular y la naturaleza en general, la primera por ser un derecho humano y ambas por constituir el sustento de la vida humana sobre la tierra

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