En las dos últimas semanas, como ya es sabido, Libia ha sido sometido a la más brutal agresión imperial (por aire, mar y tierra) de su historia moderna. Miles de bombas y misiles, lanzados desde submarinos, buques de guerra y aviones de combate estadounidenses y europeos, están destruyendo las bases militares, los aeropuertos, las carreteras, los puertos, los depósitos de petróleo, los emplazamientos de artillería, los tanques y vehículos blindados, los aviones y las concentraciones de tropas de ese país y... hospitales, escuelas, casas y un largo etc. Decenas de efectivos de las fuerzas especiales de la CIA estadounidense y el SAS británico han estado entrenando, asesorando y localizando los objetivos para los denominados “rebeldes”, metidos en una guerra civil contra el gobierno de Ghadafi, sus fuerzas armadas, milicias populares y simpatizantes civiles (NY Times, 30/03/11).
A pesar de este apoyo militar masivo y del control total por parte de sus imperiales “aliados” de los cielos y las playas de Libia, los “rebeldes” han sido incapaces de movilizar apoyos en los pueblos o ciudades, y están en retirada después de que les hayan hecho frente las motivadas tropas y milicias populares del Gobierno Libio (Al Jazeera, 30/3/11).
Una de las excusas más endebles para esta poco gloriosa retirada que ha ofrecido la “coalición” Cameron-Obama-Sarkozy, divulgadísima por todos los medios de comunicación, es que sus “clientes” libios están en inferioridad armamentística (Financial Times, 29/3/2011) . Obviamente, Obama y compañía no se detienen a contar las docenas de aviones, buques de guerra y submarinos utilizados, los cientos de ataques diarios y los millares de bombas lanzadas sobre Libia desde el inicio de la intervención imperial de Occidente. La intervención militar directa de 20 potencias militares, mayores y menores, devastando el Estado soberano de Libia, junto a docenas de sus cómplices políticos en las Naciones Unidas no consiguen una ventaja militar para los clientes imperiales, según la propaganda de cada día en favor éstos. El diario Los Angeles Times, en su edición del pasado 31 de marzo escribe, sin embargo, que “... muchos rebeldes con armas montadas en camiones se dieron la vuelta y huyeron... a pesar de que sus ametralladoras pesadas y armas antiaéreas parecían tener capacidad para enfrentarse a cualquier vehículo gubernamental similar''. Es cierto que no ha habido ninguna “fuerza rebelde” en la historia reciente que haya recibido un apoyo militar sostenido tan grande de manos de tantas potencias imperiales en su enfrentamiento a un régimen establecido. Sin embargo, las fuerzas “rebeldes” de primera línea están en plena retirada y huyen en desorden, absolutamente decepcionados por sus generales y ministros “rebeldes” residentes en Bengasi. Mientras tanto, los líderes “rebeldes”, vestidos de elegantes trajes y uniformes a la medida, responden a la llamada a las armas asistiendo a reuniones de alto nivel en Londres, donde su estrategia de liberación consiste en pedir, ante los medios de comunicación, tropas imperiales de tierra (The Independent, 31/3/11).
La moral entre los “rebeldes” de primera línea es baja: según algunos informes fidedignos del frente de Ajdabiya, “los rebeldes... se quejaban de que no sabían por donde andaban sus antiguos comandantes. Se quejaban también de algunos compañeros que han regresado a la relativa seguridad de Bengasi ... (y de que) las fuerzas de Bengasi monopolizan 400 radios de campaña y 400 teléfonos por satélite... donados y destinados al campo de batalla ... (la mayoría) dice que los comandantes rebeldes rara vez visitan el campo de batalla y que tienen escasa autoridad, porque muchos combatientes no confían en ellos” (Los Angeles Times, 31.3.2011). Al parecer, los twitters no funcionan en el campo de batalla.
Los aspectos decisivos en una guerra civil no son las armas, la formación o el liderazgo, aunque sin duda estos factores son importantes: la diferencia básica entre la capacidad militar de las fuerzas favorables al gobierno de Libia y las de los “rebeldes”, respaldadas tanto por los imperialistas como los progresistas occidentales, se encuentra en su motivación, los valores y los avances materiales. La intervención imperialista occidental ha aumentado la conciencia nacional entre el pueblo libio, que ahora ve su confrontación con los “rebeldes” anti-Ghadafi como una lucha para defender a su patria contra la aviación, la marina y las tropas de tierra de las potencias exteriores, lo que constituye un poderoso incentivo para cualquier pueblo o ejército. Lo contrario es cierto para los “rebeldes”, cuyos líderes han entregado su identidad nacional y dependen totalmente de la intervención militar imperialista para instalarse en el poder. ¿Por qué van a arriesgar sus vidas los combatientes “rebeldes” rasos, luchando contra sus propios compatriotas, sólo para poner al país bajo un yugo imperialista neocolonial?
Por último, salen a la luz las crónicas de periodistas occidentales que cuentan cómo las milicias de las aldeas y las ciudades y repelen a estos “rebeldes”, como en el caso de “un autobús lleno de mujeres libias surgió de repente (de un pueblo) ... y empezó a lanzar vítores como si apoyaban a los rebeldes ...” conduciendo a éstos a una mortífera emboscada preparada por sus esposos y vecinos defensores del gobierno libio (Globe and Mail (Canadá) 28/3/11 y McClatchy News Service, 29/3/11).
Los “rebeldes”, que entran en sus pueblos son vistos como invasores que destruyen puertas, vuelan edificios y acusan a los líderes locales de ser “quintacolumnistas” de Ghadafi. La amenaza de la ocupación militar “rebelde”, la detención y el abuso de las autoridades locales y la perturbación de los valores familiares, étnicos y comunitarios han motivado que milicias y combatientes locales ataquen a las fuerzas respaldadas por Occidente. Los “rebeldes” son considerados forasteros, en términos de alianzas regionales y étnicas, por su pisoteo de las costumbres locales, los “rebeldes”, lo que hace que se encuentren ahora en territorio hostil. ¿Qué luchador “rebelde” estaría dispuesto a morir defendiendo un territorio que le es hostil? La única salida de estos “rebeldes” es recurrir a las fuerzas aéreas extranjeras poder para “liberarles” los lugares que apoyan al gobierno.
Los medios de comunicación occidentales, incapaces de comprender estos avances materiales de las fuerzas pro gubernamentales, atribuyen el respaldo popular a Ghadafi a la coacción o la “cooptación”, confiando en las afirmaciones de los “rebeldes” de que “todo el mundo, en secreto, se opone al régimen” (?). Hay otra realidad material convenientemente ignorada: el régimen de Ghadafi ha utilizado con eficacia la riqueza petrolera del país para construir una amplia red de escuelas públicas, hospitales y clínicas. Más allá de lo relativo de este tipo de cifras, los libios tienen el mayor ingreso per cápita de África, con 14.900 dólares por año (Financial Times, 2/4/11). Decenas de miles de estudiantes libios de escasos recursos reciben becas para estudiar en el país y el extranjero. La infraestructura urbana se ha modernizado, la agricultura es subvencionada y los pequeños productores y fabricantes reciben créditos del gobierno. Ghadafi ha supervisado estos eficaces programas, además de enriquecer a su clan familiar. Por otra parte, los “rebeldes” libios y sus mentores imperiales han convertido toda la economía civil en objetivo militar, han bombardeado ciudades libias, han cortado las redes comerciales y comerciales, bloqueado la entrega de alimentos y bienes de consumo subsidiados a los ''pobres'', provocado el cierre de escuelas y forzado a la huida a cientos de miles de profesionales extranjeros, profesores, médicos y trabajadores calificados.
Ante la posible oposición a la larga autocracia de Ghadafi, los libios se hallan ante la opción de dar respaldo a un sistema social de ''bienestar'' avanzado que funciona o bien a una conquista militar extranjera dirigida. Muchos han optado, racionalmente, por apoyar al régimen.
La debacle de las fuerzas “rebeldes” apoyadas por los imperialistas, a pesar de su inmensa ventaja técnico-militar, se debe a la dirección colaboracionista, su papel como “colonialismo interno” que invade las comunidades locales y sobre todo su destrucción sin sentido de un sistema de ''bienestar'' social que ha beneficiado a millones de libios durante dos generaciones. El fracaso de los “rebeldes” para avanzar, a pesar del apoyo masivo aéreo y marítimo, significa que la coalición de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña tendrán que intensificar su intervención más allá del envío de fuerzas especiales, asesores y equipos de matones de la CIA. Teniendo en cuenta el objetivo declarado de Obama-Clinton de conseguir un “cambio de régimen”, no habrá más remedio que introducir en el país tropas imperialistas, desembarcar gran cantidad de vehículos blindados y tanques y aumentar el uso de municiones de uranio empobrecido, altamente destructivas.
No cabe duda de que Obama, la cara más pública de la “intervención humanitaria armada” en África, continuará su recitativo de mentiras, cada vez más grandes y grotescas, a medida que la población de Libia, en pueblos y ciudades, vaya cayendo víctimas de su monstruosa fuerza. El “primer presidente negro” se ganará la infamia histórica de ser el primer presidente de EE.UU. responsable de la masacre de cientos de libios ''negros'' y la expulsión en masa de millones de trabajadores del África subsahariana empleados bajo el régimen actual (Globe and Mail 28/3/11) .
Sin duda, los ''progresistas'' y los ''izquierdistas'' angloamericanos seguirán debatiendo (en tonos ''civilizados'', eso sí) los pros y los contras de esta “intervención”, siguiendo los pasos de sus predecesores, los socialistas franceses y los new dealers estadounidenses de la década de 1930, que en su día se dedicaron a debatir los pros y los contras del apoyo a la España republicana, mientras Hitler y Mussolini bombardeaban la República por encargo de las fuerzas fascistas “rebeldes” del general Franco, que enarbolaban la bandera de Falange (Familia, iglesia y civilización) un prototipo fascista de la “intervención humanitaria” de Obama en defensa de su “rebeldes”.
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