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jueves, 7 de abril de 2011

''Estamos en un mundo que flaquea éticamente''

Maestro Mario Mejía

A mediados del mes de marzo fuerzas militares colombianas ingresaron a una pequeña finca propiedad del maestro del ambientalismo latinoamericano Mario Mejía, en el departamento de Valle del Cauca en un operativo que incluyó agresiones y amenazas.
La pequeña escuela de agroecología que Mejía sostiene con fines educativos y de preservación ambiental está ubicada en la vereda San Antonio, Loma Pelada de Pradera. Después de largas décadas de trabajo en toda la zona, que lo han convertido en un referente a nivel de Colombia y Latinoamérica en defensa de los derechos de las comunidades campesinas, ese es su actual reducto de militancia ambiental.
Sin embargo, según la carta en que el Maestro Mejía denuncia lo sucedido, “a mediados de marzo de 2011 las instalaciones que tenemos para alojamiento campesino fueron allanadas por unos setenta militares: arrancaron las cerraduras de todas las habitaciones, dejaron pintas en el comedor que recién habíamos dejado como nuevo, cortaron un colchón, se acostaron en los demás con las botas embarradas, machetearon el fogón de leña, tomaron como lugar de aseo el tanque grande de agua potable, se defecaron durante tres días en el arroyo de donde se toma el acueducto de la vereda, se echaron unos tiros con un grupito de guerrilleros, habiendo unos niños de por medio que apartaban unos terneros, violaron la pieza de herramientas, esparcieron por el campo mi colección de machetes viejos y se dedicaron a amedrentar a los campesinos acusándolos de guerrilleros disfrazados de campesinos”.
La incursión fue similar en características a la efectuada en 2006 contra esa misma propiedad. Mejía reside en Cali, en un humilde departamento plagado de piedras, fósiles, vegetales, flores… recuerdos de una vida entera caminando el Valle Geográfico del Cauca. Esta zona que supo ser la huerta de Colombia hoy es una vasta extensión de cañaverales para agrocombustibles. Mejía vivió personalmente ese proceso y es referencia absoluta cuando de compromiso con los derechos de las comunidades campesinas se trata.
“Nos dicen que somos guerrilleros disfrazados de campesinos y que por tanto no tenemos derecho a nada. De otro lado las FARC también tienen su campaña de terror. Es escalofriante, estamos entre dos fuegos y vamos a ver si somos capaces de sobrevivir”, relató Mejía.
“Mi dificultad ha sido colocarme del lado de los campesinos, creer en La Vía Campesina, en el agua pura, autonomía alimentaria y esas cosas que no interesan a las políticas públicas que están orientadas a la acumulación en manos de grupos privilegiados, tanto de exportación como mineras. El país se ha consolidado así, aunque yo soy optimista, espero que haya una etapa de reflexión en este país cuando la gente común se haga sentir”, agregó.
Asimismo, como forma de ilustrar el clima de impunidad y criminalización del activismo ambiental Mejía mencionó el caso de la joven Sandra Viviana Cuéllar, desaparecida en febrero último. “El oficio de ambientalista parecería que se ha vuelto peligrosísimo en Colombia”, indicó.
Sandra
Como sabrán, el caso de Sandra lo hemos seguido desde el principio. En las publicaciones Que aparezca!!! (23/02/11) y ''Fiesta por la vida y por el regreso, para que nadie más desaparezca'' (12/03/11), podrán tener mayores datos sobre la desaparición de la joven ambientalista colombiana y las movilizaciones que ha suscitado su caso. 
En el día de mañana, viernes 8 de abril, se realizará una jornada de actividades a nivel mundial para apoyar la búsqueda de la ambientalista y profesora colombiana Sandra Viviana Cuéllar, desaparecida hace 48 días en las afueras de la ciudad de Cali, departamento de Valle del Cauca. “Contra la desaparición llevo a Sandra en el corazón”, es la consigna de este día de acción mundial.
Habrán diversas actividades, denuncias, concentraciones, vigilias y manifestaciones en varias ciudades de Colombia y en países como Bélgica, Canadá, México y Argentina, entre otros especialmente latinoamericanos.
Uno de los objetivos fundamentales es conversar con la gente sobre el tema de la desaparición. Es que esta jornada mundial va más allá de la búsqueda de Sandra, según explican sus organizadores. No queremos “ni un desaparecido más”, ha dicho el ambientalista colombiano Hildebrando Vélez, que ha formado parte del grupo de personas que mayores esfuerzos han dedicado a la búsqueda de Sandra en Colombia.
La activista es una ingeniera ambiental de 26 años, que trabaja temas relacionados a la lucha por el agua y la protección de cuencas y humedales, por ejemplo. También se ha dedicado a seguir críticamente procesos de acceso a recursos genéticos del país y a tratar de asegurar la participación equitativa de las comunidades locales en el uso y manejo de esos recursos. Últimamente la ambientalista había estado dedicando tiempo a su formación espiritual.
El 17 de febrero Sandra debía tomar transporte público de Cali a la ciudad de Palmira, donde dictaría una clase. Nunca llegó al centro de estudios. Su documento de identidad y celular fueron encontrados dos días después cerca del punto en el que tomaría el transporte, en las afueras de Cali. Desde ese momento no se sabe de ella.
“No tenemos ninguna razón de las autoridades sobre dónde es el paradero de Sandra”, dijo Hildebrando Vélez. “Nuestra capacidad de búsqueda en terreno es limitada”, reconoce, y de las autoridades a cargo de la búsqueda no hay “ninguna información que te conduzca a dilucidar la situación”, agrega.
Vélez ha estado trabajando junto a un grupo de amigos y familiares de Sandra, que sin infraestructura ni fondos han liderado la búsqueda de la ambientalista. A ellos se han sumado personas y organizaciones colombianas y de diversos países, que los han apoyado. Pero ese pequeño grupo es el núcleo duro de los esfuerzos para encontrar a Sandra, que se unió bajo la idea de que es posible hallarla viva.
Vélez subraya “el valor político en sentido amplio” del trabajo de Sandra, pero señala que ella no puede ser “encasillada exclusivamente” como una ambientalista. Es también “una artista, una bailarina, una persona dedicada a las búsquedas espirituales”, especifica. En todo caso, Sandra “es, quizá, la expresión de un nuevo ambientalismo, salido de las oficinas, puesto en la vida cotidiana de la gente”, resume.
Con respecto a la jornada mundial del 8 de abril, Vélez dice que se pretende articular las iniciativas de solidaridad con la búsqueda de Sandra y de todos los desaparecidos del país. Agrega que la idea es mostrar “indignación, repudio”. “La vida es quizá el fundamento de cualquier ética y cuando no se respeta la vida, la integridad, la libertad de las personas, estamos en un mundo que flaquea éticamente”, considera el ambientalista colombiano. “Que no haya ningún desaparecido en nuestro país es uno de los propósitos de nuestra jornada”, sintetiza.
Para Vélez, la desaparición de Sandra “tiene que ser sin duda un momento de inflexión en términos éticos, políticos”, para analizar la situación de un país en el que ganan espacio la ilegalidad, la corrupción y la delincuencia de cuello blanco, según dice. “Es un momento en el cual quienes todavía creemos en una sociedad con criterios de justicia, con una ética que valore y respete la vida, marcamos un punto de quiebre”, sostiene.
Asimismo, Vélez considera importante ahora que “las organizaciones defensoras de derechos humanos, ecologistas, ambientalistas, sociales en general, adopten la búsqueda de Sandra como un propósito propio”. “Esperamos que no decaiga la búsqueda de Sandra, que no decaiga la lucha contra la desaparición, sino que sea una prioridad. Nada más importante para nosotros los humanos que la misma vida humana.
Según Vélez, las organizaciones ambientalistas deberían poner en el centro de sus temas de interés la lucha contra la desaparición. “Cuando hablamos por ejemplo de la defensa de un ecosistema, de los humedales, hablamos de gente que estamos defendiendo esos humedales, que era la actividad en la que Sandra estaba concentrada”, explica. “Y cuando nos arrebatan a una persona, que lidera la defensa de la naturaleza, nos están arrebatando con ella también los humedales que ella ha defendido, los espacios ecológicos que se han estado defendiendo, los procesos organizativos en los que hemos estado conjugando nuestros esfuerzos y sueños”, agrega. “La desaparición de una persona es una afrenta a la humanidad, la desaparición de una ambientalista debiera ser entendida como una afrenta contra todo el ambientalismo”, resume Vélez.



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