En el calor abrasador del Valle del Jordán, donde la tierra se vuelve polvo bajo los pies de la gente y de los animales al caminar, controlar el agua se traduce en controlar la vida. Ella hace que para algunos la aridez sea verde, porque fluye regando extensos cultivos; pero para otros la realidad es otra, porque aunque tienen las tuberías pasando bajo sus casas, su contenido nunca llega a tocarlos. El coordinador de la Campaña de Solidaridad con el Valle del Jordán, Fathi Khaddirat, explicó que está claro quiénes son unos y otros en esa región ocupada por Israel.
“El agua es el principal recurso para la vida y la autoridad de ocupación israelí lo sabe, por lo que controla cada gota de agua en el Valle del Jordán para controlar a la población palestina”, señaló.
La falta de acceso al agua es desde hace tiempo un problema grave para los palestinos en el Valle del Jordán. Desde que ocupó la Ribera Occidental en 1967, Israel les ha negado el acceso a las aguas del Jordán y ha limitado severamente su acceso a otros acuíferos locales. Los Acuerdos de Oslo de 1993 no hicieron sino consolidar el control de Israel sobre los recursos de agua de la Ribera Occidental. Israel impone ahora graves restricciones a la utilización palestina.
Esa agua ahora se destina a los asentamientos de los colonos israelíes, mientras que los palestinos deben pagar un alto precio por ella e implementar un complejo sistema de recolección manual mediante tanques, debiendo incluso recorrer varios kilómetros para abastecerse.
A veces frente a ellos, apenas a unos metros de distancia (del otro lado de la carretera que separa sus casas de las plantaciones de los colonos), puede vislumbrarse un grifo: pero se lo ve apenas, porque esta rodeado por una jaula y un grueso alambre de púas, como un duro recordatorio de que el agua ya no les pertenece.
Pero a pesar de ello, ante las enormes dificultades que atraviesan los palestinos para vivir y para cosechar la tierra, han decidido permanecer en ella y “no volver a ser refugiados”. “Creo que es un tipo de resistencia contra la ocupación, porque si nos vamos perderemos la tierra, perderemos el agua, y no queremos perder la tierra”, afirmó Khaddirat. Y agregó: “No aceptaremos volver a ser refugiados. Tenemos una lucha contra la ocupación más larga que ha habido: estamos luchando contra la ocupación, luchando por el futuro de nuestros hijos. Así que no voy a ser un refugiado, y no voy a permitir que nadie controle el futuro de mis hijos”.
“Yo quiero estar aquí, aunque tenga que comprar cada centímetro cúbico de agua en diez dólares: gastaré todos mis ingresos en comprar agua porque quiero vivir con dignidad en mi tierra”, concluyó.
El consumo palestino de agua en los territorios palestinos ocupados es sólo de 70 litros por persona al día, mientras que para los israelíes ese consumo es de unos 300 litros, según uninforme de Amnistía Internacional. Algunos palestinos sobreviven con apenas 20 litros al día, que es la cantidad mínima calculada por la Organización Mundial de la Salud para una supervivencia de corta duración en situaciones de emergencia. Los 450.000 israelíes que viven en los asentamientos ilegales de la Ribera Occidental utilizan tanta agua o más que los 2,3 millones de palestinos en la misma zona.
Cerca de Al Fasayel se halla el campamento beduino de Ein Al Hilweh. Las 25 familias que viven en estas tiendas modestas tienen que recoger el agua de un pozo que dista una hora en coche. El ejército les prohíbe a veces utilizar la carretera y el viaje para recoger el agua puede suponerles una multa de varios centenares de shekels. También es frecuente que los colonos, que viven en sólidas casas con agua corriente, acosen a los beduinos.
Alrededor de 9.600 israelíes viven ahora en asentamientos ilegales que ocupan gran parte del Valle del Jordán. Cultivan diversas frutas y hortalizas para su exportación a Europa, especialmente a través de la compañía israelí Agrexco. Los ''expertos'' calculan que, con sus sistemas de riego artificial, estos asentamientos utilizan más de la mitad de toda el agua que se consume en la Ribera Occidental. Estos lugares ejercen una intensa presión sobre los escasos recursos hídricos del valle, dice George Rishmawi del Consejo de Iglesias del Cercano Oriente. “Israel está tratando de aislar el Valle del Jordán del resto de la Ribera Occidental y de expulsar obligatoriamente a sus habitantes palestinos negándoles el acceso al agua”, afirma.
Gran parte de las aguas residuales de las ciudades palestinas queda sin tratamiento porque Israel no permite a la Autoridad Palestina construir nuevas plantas de tratamiento. Según un informe reciente de Amnistía Internacional, el ejército israelí destroza frecuentemente la infraestructura hídrica construida por los palestinos, incluso los sistemas de recogida de las aguas pluviales.
En la página web de la Campaña de Solidaridad con el Valle del Jordán se puede obtener más información sobre la escasez de agua en la Ribera Occidental (en inglés).
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