La maratónica y mediática Teletón convoca en Uruguay y en todos los países donde está presente, a millones de personas que permanecen pendientes frente a los televisores y aportan económicamente durante 24 horas, para alcanzar la suma de dinero ''necesaria'' para costear los gastos de una causa por demás justa: la rehabilitación de niños con discapacidades. El problema radica en cómo se hace y qué genera: la exposición mediática, cuando no morbosa, de l@s niñ@s que aparecen delante de las cámaras televisivas constantemente; el marketing de las empresas que, al mismo tiempo que realizan publicidad gratuita, por donar dinero que anteriormente fue obtenido gracias a las compras de los productos por parte de las personas (la sociedad), descuentan grandes cantidades de aportes tributarios al estado, los cuales recaen también sobre el conjunto de la sociedad uruguaya; la invisibilización de organizaciones que, sin apoyo mediático, también trabajan con discapacitados y que son en definitiva las que se encargan del grueso del asunto, ya que el ''tratamiento Teletón'' dura solo un año. Asimismo, desde México y Chile han llegado noticias de grandes negociaciones y evasión de impuestos de las Teletón de aquellos países. Al parecer en el caso de Uruguay hay cierta ''excepcionalidad'' aunque se alerta sobre potenciales peligros.
Para entender un poco más
Se nos hace muy difícil criticar a la Teletón, ya que cuenta con la aceptación de la mayoría de la población y su presupuesto depende directamente de los ''donativos'' que ésta realice, pero por sobre todas las cosas, por el fin que persigue, como se dijo, la rehabilitación y la inserción al resto de la sociedad, de niñ@s discapacitad@s. Pero más allá de todo, es necesario dejar de lado las ''trabas'' para pasar al plano de la crítica y denuncia. Una primera conclusión con la que deberíamos ser realistas es que la transmisión televisiva que expone ante los ojos de los ''demás'' el sufrimiento de niñ@s y jóvenes, atenta violentamente contra el fin inclusivo que pregona la ''organización''. Otro punto interesante antes de continuar profundizando es la denominación de ''fundación'' que se le da, la cual es utilizada como pancarta de lo que hay detrás, como una especie de ''suavizador'', por así decirlo. No podemos considerarla como tal, más allá de lo ''buenas'' que sean sus causas, cuando es privada y tiene fines de lucro. Convendría llamarla por su nombre: empresa. Habiendo aclarado estas dos generalidades, continuemos.
La maratónica jornada televisiva se lleva a cabo en los primeros días de diciembre en diversos países ''latinoamericanos''. El evento fue creado por el chileno Mario Kreutzberger, más conocido como ''Don Francisco''. Las primeras críticas a la Teletón (después de 30 años de fundada), provinieron de su país de origen, Chile. Primero, comenzaron denunciándose, de manera muy tímida, ciertas irregularidades en su funcionamiento, hasta llegar al día de hoy con denuncias un tanto más profundas como la malversación de fondos, pero que debido al poder del dinero y los intereses que se esconden detrás de la fachada ''solidaria'', el debate sobre el tema es tabú. La última publicación sobre la empresa en aquel país es: Teletón: negocio tras un solo corazón, realizada por la publicación chilena Ciudadano (1/12/10). Para ampliar sobre la situación chilena más específicamente, les recomendamos una publicación dell blog La Pandereta: La Teletón es un Fraude.
Más compleja aún es la situación de la Teletón mexicana. Las denuncias que se llevan adelante es este país actualmente, ponen todas sus miradas sobre la empresa Televisa, canal de televisión encargado de la transmisión del evento. Uno de los informes más recientes sobre el tema ha sido el de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la cual, a través de caricaturas, denunció un fraude fiscal de Televisa, que descontó impuestos de sus aportes al Estado (a la sociedad mexicana) a partir de donaciones de particulares. Por más información sobre el caso de México ver: El super fraude del Teletón (pulsando sobre el título podrán acceder a la página).
Ahora bien, lo que tenemos más cerca (Movalis) como para tratar el tema, es la Teletón Uruguay, por lo tanto nos centraremos en ella. La primera edición de este ''programa'' en Uruguay, fue realizada en el año 2003, oportunidad en la que se recaudaron 14 millones de pesos uruguayos (unos 4600 dólares de aquella época). De ahí en más los ingresos han ido en ascenso y todos los años, los periodistas que llevan adelante la jornada, instan a los televidentes a superar la meta (ingresos obtenidos el año anterior). Este año, dicha meta era superar los 70 millones de pesos con lo cual se logrará, supuestamente, construir el primer Centro Teletón en el interior del país, más precisamente en la ciudad de Fray Bentos, departamento de Río Negro. La meta fue ampliamente superada, llegando a los 99 millones de pesos (unos 495.000 dólares).
Pocos beneficiarios, muchos ignorados
El tiempo durante el cual el Centro Teletón atiende a l@s niñ@s discapacitad@s es muy poco, un año y la principal tarea que lleva a cabo, es la de diagnóstico y asesoramiento técnico. Pero, quienes con menos infraestructura y recursos, continúan los tratamientos basados en las recomendaciones de la Teletón, son una cantidad de instituciones, tanto públicas como privadas, de las que no se habla.
Dichas organizaciones que también trabajan con discapacitad@s, quedan minimizadas, por no decir sepultadas, bajo la avalancha mediática y son despojadas del privilegio tributario (exoneración de impuestos) establecido por la ley de donaciones del que sí goza la Teletón. Dicha ley (18.628), impulsada por el ministro de economía Álvaro García y aprobada el año pasado poco antes del inicio de la Teletón del mismo año, también trata el tema de que las donaciones realizadas por las empresas contribuyentes hagan a las entidades que se indican en el artículo 79, gozarán de tamaño beneficio: el 75% de su donación será destinada al pago a cuenta de los aportes al Estado que dichas empresas deben hacer por las rentas de las actividades económicas (IRAE) y del impuesto al patrimonio, presentando la ''factura Teletón''. Asimismo, este ''beneficio'' no es nada fácil de alcanzar para la mayoría de las empresas (teniendo en cuenta que las que más predominan en el país son las pequeñas y medianas), ya que la suma mínima de dinero impuesta por la Teletón para el mencionado ''objetivo'' es de $260.000 (unos 13.000 dólares). Es decir que, las empresas más ''poderosas'', aquellas que cuentan con mayor capital y por ende con mayor capacidad de realizar las (falsas) ''donaciones'', son las más beneficiadas en todo este asunto.
La mencionada ley, en un principio, solo comprendía donaciones a escuelas públicas, generalmente carenciadas y luego se fue ampliando a otros sectores públicos, alcanzando en la actualidad a privados, con lo cual se ven beneficiados algunos como la Teletón. Pero el hecho de incluir en la ''lista'' de la ley a los privados, generó un ''mercado de donantes'', dejando en desventaja a otras organizaciones que no están amparadas por dicha ley. Ejemplo de ello son el Centro de Educación Individualizada y las escuelas Horizonte y Franklin Delano Roosvelt, que también trabajan con niñ@s y jóvenes discapacitad@s. Dichas instituciones solicitaron al Parlamento el mismo beneficio que se le brinda a la Teletón. Desde la Comisión de Hacienda de Diputados se les manifestó que la solicitud sería ''atendida'', pero luego de ser tratada en el senado, les fue denegada.
Más aún, el trato diferencial de parte del Estado en favor de la Teletón y toda la vorágine mediática que la rodea, han generado algo aún más grave: un descenso en las donaciones hacia otras organizaciones. Por un lado, la sociedad al ser segada por la existencia de la ''más importante'', se le ''escapa'' que existen otra cantidad innumerable de instituciones que necesitan aportes también, ya tengan fines de rehabilitación de discapacitad@s u otros. Y por el lado de las empresas, prefieren ''donar'' a una que, como vimos, les es sumamente redituable, pero que además les genera un reconocimiento social más conveniente para sus intereses, gracias al marketing que realizan durante la jornada. Entonces, esta ley es un instrumento hábil de política tributaria. La misma debería ser más neutral, identificando áreas que necesiten aportes económicos, pero sin referirse a instituciones específicas para no provocar la desatención de otras que no son avaladas.
Fraude
Otro punto importante es que se produzca fraude fiscal con la ley de donaciones. Para que esto se evite deben haber inspecciones de la Dirección General Impositiva (DGI), las cuales, hasta ahora, no han existido para la ''fundación''. Así y todo, este tema está recubierto por una especie de secretismo y de información de ''difícil acceso'', cuando no imposible, para comprobar lo contrario. En palabras de Nelson Hernández (director de la DGI) en una entrevista realizada por el semanario Brecha dice al respecto: ''(...) en el momento de la donación no se puede saber el origen del dinero, porque es una información interna de la empresa y está amparada por el secreto tributario''. Peores aún las palabras del propio administrador de la Teletón, Carlos Bertelli, haciendo referencia a la posibilidad de que existiese fraude: ''No creo que haya ocurrido algún caso y si existió, nosotros no pudimos acceder a esa información''. Detengámonos a analizar un poco estas dos frases. Primero, cómo puede ser que el mismísimo director del principal ente de recaudación tributaria del Estado (DGI), declare que dicho ente no puede tener acceso a la información tributaria de la empresa que además de todo mueve enormes cifras de dinero? Más aún, no se han cerrado o clausurado temporalmente una cantidad de empresas, justamente por haber sido inspeccionadas sus (no)contribuciones por la DGI? Por qué a la Teletón no se la inspecciona? Preguntas inconclusas todas, pero que permiten reflexionar un poco más sobre el oscurantismo que rodea a la ''fundación''. Ahora las de Bertelli, son por demás incogruentes. Imaginen que el principal responsable del manejo de dinero de la Teletón está diciendo, por un lado que ''cree'' que no ha ocurrido un caso así, es decir que parece denotar ciertas dudas al respecto; y por otro lado y aquí viene el porqué de sus ''dudas'', no tiene acceso a la información. Creemos que las declaraciones de éste último hablan por sí solas. Pero para sintetizar, el dinero que circula por la Teletón, no se sabe de donde proviene ni hacia donde va y quienes tienen mayores posibilidades de saberlo, ''no tienen acceso'' a esa información.
Marketing discriminado
A las personas que observan el programa, se las ''sensibiliza'' con el típico recurso televisivo de ''historia de vida'', lo cual las hace más proclives a las donaciones. Pero y a las empresas? A simple vista, pareciera que su ''donación'' es desinteresada, pero en realidad les es sumamente conveniente: enriquecen su imagen de ''responsabilidad social'', hacen propaganda de sus marcas (para mejor, asociado a lo anterior), evitan el pago de algunos impuestos (los más elevados que tienen que pagar las empresas) y ganan poder dentro del estado (esto lo veremos más adelante).
Específicamente hablando del marketing, la Teletón tiene una estructura que discrimina según los montos donados. Están previstas tres categorías de anunciantes a lo largo de toda la transmisión. El auspiciante ''Silver'' es el que dona entre $40.000 y $260.000; el ''Gold'', de $400.000 a $800.000; y ''Platino'', más de $1.100.000. Dependiendo del monto de la donación, será el periodista que pase el ''chivo'' (frase popular utilizada en Uruguay para hacer referencia a ''propaganda gratuita''). Es decir, cuánto más alta la donación, más popular el periodista que la transmite.
En Uruguay no se han hecho estudios acerca los efectos publicitarios que tiene sobre la sociedad el hecho de que una empresa ''done'' a la Teletón, pero un informe llevado a cabo en Chile por la consultora Nilo, muestra que un 65% de las personas de ese país cambia su marca ''preferida'' de algún producto mediante el cual se suma a la ''cruzada solidaria'' de la Teletón.
El Estado no es necesario
Como si todo lo descrito hasta ahora fuera poco, existe otro gravísimo problema que se provoca ''gracias'' este tipo de manejos y es el hecho de que los privados (fundamentalmente las empresas) están directamente involucrados en la actividad pública, lo cual viene ocurriendo desde unos años a esta parte en casi todos los países del mundo, que no es exclusivo del tema tratado en la presente publicación y que genera que sean ellos quienes decidan hacia donde van (o no) los fondos públicos, es decir, los que le pertenecen a la sociedad toda. Esto representa lisa y llanamente, la pérdida de soberanía de un Estado, que a la vez, pasa a ser dirigido por empresas que deciden por él y por ende. Para ser más gráficos con esto último, específicamente en el caso de las ''donaciones'', el porcentaje que les es deducido a las empresas por realizarlas, antes era distribuido por el Estado en base a las necesidades que creía convenientes (lo cual no significa que se distribuyera ''correctamente''), pero hoy está a merced de las empresas (tanto las que dan como la que recibe) que parecen ser las grandes y únicas beneficiarias en el ''Negocio Teletón''.
Nos están faltando los principales ''actores''
Entre toda esta especie de ''avalancha Teletón'', quienes quedan en un segundo plano son es@s niñ@s y jóvenes que pasan a ser parte conformante del ''morbo-show'' televisivo que se transmite en cadena nacional (en Uruguay) y que se transforma en una especie de farándula emocional que desdibuja a la discapacidad como tal, llevando a la sociedad a arribar a conceptos equivocados sobre ella. Y es que la manera en que se encara el tema en esa jornada, pasa al plano sensacionalista, se da una imagen de que la discapacidad es un tema de compasión, método mediante el cual (combinado con el de ''historia de vida'') se logran las tan ansiadas donaciones (lo cual es por demás efectivo), pero lo único que se logra es la sensibilización, sin profundizar en el tema. Un tema mucho más complejo, que trasciende la rehabilitación física y que debe apuntar a lo integral, a lo educacional y a lo laboral.
Saber que de un fin tan justo se haya hecho todo un negocio en el que las empresas más poderosas del país ganan demasiado, es quizá lo más terrible de todo. Por ''aportar'' no significa que tengan responsabilidad social. Dar dinero y peor aún, a cambio de beneficios directos y sin compromiso real y profundo, no es solidaridad. Dónde están esas empresas a la hora de crear un cupo determinado de empleos para personas discapacitadas o para invertir es sus edificaciones para que haya accesibilidad para ellas? Los que están en esa pregunta, son dos ejemplos que denotan todo lo contrario a la ''responsabilidad social'' que durante ese día parecen tener dichas empresas, pero que no se las ve de la misma manera el resto del año, cuando no hay beneficios.
Y el Estado? Más allá de que ahora, como muchos otros Estados haya perdido control en detrimento de las empresas (lo cual no es un justificativo y es un problema muy grave a solucionar), el uruguayo nunca fue uno que se preocupara demasiado por el tema específico de la discapacidad. Recién en los últimos años parece haber ciertas reformas, pero son únicamente las que aparecen a la vista de la sociedad, las que ''llenan el ojo'', como barandas en edifcios públicos, algún llamado con cupos laborales limitados (muy limitados) para los entes o rampas en las calles, pero nada demasiado profundo.
El trabajo más fuerte y que denota mayores esfuerzos por superar la ''adversidad'', sigue siendo el de esas ''otras'' instituciones, el de los padres de es@s niñ@s y el de l@s directamente afectad@s, tod@s invisibilizad@s por el efecto que provoca la Teletón que aparece en escena una vez al año y todo lo opaca. Y es que la Teletón tampoco brinda demasiadas soluciones al tema, solo diagnostica y recomienda a otras instituciones que hacer, ni siquiera atiende a un número significativo en relación con toda la población discapacitada del Uruguay, ni les dedica, a los pocos que atiende, el tiempo necesario para su rehabilitación y ni hablar de inclusión social.
Será hora de no engañarnos con falsas parafernalias, pensar para quien estamos aportando y para qué, informarnos antes de caer en la ''caridad'' y el beneficio de unos pocos y sobre todo, que es lo que deberíamos hacer, que medidas podríamos tomar como como individuos y como sociedad para encontrar caminos reales en los que sepamos contribuir de manera integrada con una finalidad, que como dijimos, trasciende la rehabilitación física.
No hay comentarios:
Publicar un comentario