Algunas imágenes de Guantánamo
Bajo el slogan ''Cerrar Guantánamo para merecerlo'', activistas de Amnistía Internacional Uruguay entregaron el pasado 25 de febrero en la Embajada de Estados Unidos de dicho país, una reproducción simbólica del Premio Nobel como el que el presidente Barack Obama recibiera en 2009. La Directora Ejecutiva, Ivahanna Larrosa, entregó también una carta para el Embajador junto con firmas que piden el cierre de la prisión de Guantánamo.
El pasado 22 de enero finalizó el plazo para cerrar la prisión de Guantánamo sin una solución para sus presos. Si bien el presidente de Estados unidos, Barak Obama, ha dicho que mantiene la promesa que realizó al tomar posesión de su cargo, aun no se vislumbra cuándo la haría realidad.
En esa fecha quedaban 198 hombres privados de libertad en la base naval. Casi la mitad yemeníes. Otros ciudadanos de Argelia, Libia, Túnez y Siria. La mayoría no han sido acusados de delito alguno. El gobierno de Obama ha mantenido la opción de juzgar a determinados presos de Guantánamo ante comisiones militares, no se ajustan a las normas internacionales sobre juicios con las debidas garantías.
COLABORACIÓN DE TERCEROS PAÍSES
Unos 50 detenidos no pueden volver a sus países de origen, ya que si lo hicieran estarían expuestos a sufrir nuevos abusos contra sus derechos humanos, como tortura o persecución. Por esta razón, se ha pedido insistentemente a los gobiernos de Europa y de otros países que brinden a estas personas un lugar seguro donde vivir.
Estados Unidos ya ha enviado algunos presos a sus países a pesar del riesgo que corrían. Por ejemplo, siete que fueron devueltos desde Guantánamo a la Federación Rusa en 2004, sufrieron violaciones de derechos humanos a su regreso, como detención arbitraria, tortura y otros malos tratos, y juicio sin las debidas garantías.
¿QUÉ HA SUCEDIDO EN ESTOS AÑOS?
Casi 800 hombres han permanecido detenidos de forma ilegal en este limbo jurídico durante periodos prolongados, acusados por el gobierno de Estados Unidos de ser “combatientes enemigos”, sin derecho a un juicio justo. La mayoría ha sufrido abusos que podrían constituir torturas o malos tratos. Sólo un detenido ha sido declarado culpable por una comisión militar. En marzo de 2007, el australiano David Hicks se autoinculpó de “proporcionar apoyo material al terrorismo”. Previamente había llegado a un acuerdo que le garantizaba su traslado a Australia para cumplir nueve meses de prisión. David Hicks terminó su condena el 29 de diciembre de 2007.
No se pueden hacer conjeturas sobre si las personas que salen de Guantánamo se están uniendo a grupos extremistas. Sin embargo, el peligro de que puedan hacerlo no es razón para negarles sus derechos básicos y mantenerlas detenidas durante un sinfín de años sin cargos ni juicio. Estados Unidos debe presentar cargos y juzgar o poner en libertad urgentemente a todos los hombres que actualmente están detenidos.
El gobierno estadounidense anunció el pasado diciembre la intención de trasladar a algunos presos a un centro penitenciario en Illinois. Pero lo único que está haciendo el presidente Obama con este anuncio es cambiar el código postal de Guantánamo. Los detenidos no han sido acusados formalmente de ningún delito. En siete años, el gobierno no ha presentado contra estas personas ninguna prueba que pueda aportarse ante un tribunal de justicia.
Estados Unidos no ha actuado solo en la llamada “guerra contra el terror”. Los detenidos han sido puestos bajo custodia en más de 10 países antes de ser trasladados a Guantánamo sin proceso judicial alguno. El análisis de 500 casos permitió llegar a la conclusión de que sólo el 5 por ciento habían sido capturados por fuerzas estadounidenses; el 86 por ciento habían sido detenidos por fuerzas paquistaníes o fuerzas de la Alianza del Norte con base en Afganistán y entregados a la custodia de Estados Unidos, a menudo por una recompensa de miles de dólares. Guantánamo, sin embargo, no es más que la punta del iceberg. Un número desconocido de personas han estado o siguen recluidas bajo custodia de la CIA en lugares secretos. En la base estadounidense de Bagram, Afganistán, cientos de personas continúan detenidas sin cargos ni derecho a juicio.
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