Para mejorar las competencias de las mujeres rurales del norte peruano que viven numerosas discriminaciones que limitan sus oportunidades de desarrollo, capacitación y autonomía económica, el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán lanzó su campaña “Mujeres agricultoras peruanas trabajando por la seguridad alimentaria y el cambio climático”. La iniciativa se desarrolla en alianza con la Universidad Nacional de Piura, la Asociación Regional de Productoras y Productores Ecológicos, la Mancomunidad Señor Cautivo de Ayabaca y la Red de Municipalidades Rurales de Piura, región ubicada a 975 kilómetros al norte de la capital peruana.
“El gobierno debe priorizar la erradicación de las brechas de inequidad que impiden el pleno bienestar y desarrollo integral de las agricultoras peruanas, en consonancia con la decisión de declarar 2013 como el año de la inversión para el desarrollo rural y la seguridad alimentaria”, afirmó Blanca Fernández, coordinadora del Programa de Desarrollo Rural del Centro Flora Tristán.
La pobreza económica, el deficiente nivel de acceso a la educación, el embarazo temprano, la ausencia de formación, escasos ingresos económicos, la carencia de títulos de propiedad de sus parcelas y la violencia de género, son problemas que afectan cotidianamente a las mujeres del campo en Perú (así como en muchos otros países).
Fernández consideró necesaria una mayor voluntad política para avanzar hacia la meta de lograr que a 2017 se incremente en 30 % el número de mujeres con títulos de propiedad, con información y capacitación para enfrentar los efectos del cambio climático, desertificación y desastres naturales, como se ha establecido en el Plan Nacional de Igualdad de Género 2012-2017. El 20.3 % de unidades agropecuarias son dirigidas por mujeres, pero sólo el 4.7 % de las productoras rurales tiene su título de propiedad, según el Tercer Censo Nacional Agropecuario 1994.
La representante feminista afirmó que, en los últimos años, las mujeres productoras rurales han presentado su agenda de propuestas a los gobiernos regionales del norte y sur de Perú, con la finalidad de que sus estrategias frente al cambio climático incorporen el enfoque de género y consideren las afectaciones particulares de este fenómeno en sus vidas. “Es tiempo de escuchar sus voces, tomar en cuenta sus planteamientos e incorporarlos en los procesos de diseño y aplicación de las estrategias y políticas públicas en las diferentes regiones del país”, remarcó Fernández.
Explicó que la pequeña agricultura es fuente de la alimentación de las familias peruanas y recae sustancialmente en las mujeres del campo. “Es justo que las autoridades hagan oído a lo que tienen que decir, que se nutre además de toda su sabiduría ancestral”, agregó. Al tiempo de expresar su reconocimiento al trabajo de las agricultoras por su contribución a la soberanía y seguridad alimentaria en el país, pese a vivir en condiciones de desigualdad, demandó al Estado que revalore su aporte en preservación de la biodiversidad al ser responsables del cuidado y selección de las semillas que constituyen la base de la alimentación nacional.
La campaña fue lanzada el pasado 17 de junio, una semana antes del Día de la Campesina y el Campesino, que se conmemora en Perú cada 24 de junio. Esta festividad se remonta a la época de los incas y marca la fecha en que se celebraba la fertilidad de la tierra y la influencia del Sol y se daba la bienvenida al solsticio de invierno con la ceremonia del Inti Raymi. Fue el 23 de mayo de 1930 que el gobierno de Augusto B. Legüia dictó un Decreto que oficializaba el Día del Indio; luego, el 24 de junio de 1969, el gobierno del general Juan Velasco Alvarado promulgó la Ley de Reforma Agraria y cambió el nombre de esta fecha por el del Día del Campesino. En algunos departamentos se realizan fiestas típicas en agradecimiento a la Madre Tierra y se rinde homenaje a mujeres y hombres del campo.
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