Una denuncia realizada en Junio de 2003, presentó ante la Corte Penal Internacional (CPI) los crímenes más graves cometidos a lo largo de la historia de la humanidad. Los acusados son responsables de haber causado un daño grave o la muerte a millones de personas a través del negocio con las enfermedades, crímenes de guerra y otros crímenes contra la humanidad. Dichos delitos son competencia de la Corte Penal Internacional. Los acusados son conscientes de que serán considerados responsables de estos crímenes y se han embarcado en una campaña mundial para menoscabar la autoridad de la CPI, con el fin de situarse por encima del derecho internacional y continuar con sus crímenes en detrimento de toda la humanidad.
Los cargos presentados en esta denuncia están relacionados con dos tipos fundamentales de delitos:
- Genocidio y otros crímenes contra la humanidad perpetrados en relación con el negocio con las enfermedades de la industria farmacéutica.
- Crímenes de guerra y agresión, así como otros crímenes contra la humanidad cometidos en relación con la reciente guerra de Irak y la escalada internacional hacia una guerra mundial. Estos dos tipos de delitos están directamente relacionados y conectados por un factor: se cometen en nombre e interés de los mismos grupos empresariales de inversión y de sus patrocinadores políticos. Con el fin de establecer las pruebas y mostrar los motivos comunes de los acusados, se hace necesario un breve repaso histórico.
A lo largo del siglo XX, la industria farmacéutica se desarrolló y organizó con el objetivo de controlar los sistemas sanitarios de todo el mundo mediante la sustitución sistemática de terapias naturales no patentables por sustancias sintéticas patentables y, por tanto, lucrativas. Esta industria no evolucionó de forma natural. Al contrario, fue una decisión adoptada por un puñado de empresarios adinerados y sin escrúpulos que querían hacer una inversión. Ellos identificaron deliberadamente el cuerpo humano como su ámbito de mercado con el objetivo de generar más riquezas.
La fuerza motriz de esta industria de inversión fue el Grupo Rockefeller. Éste controlaba ya más del 90% de la industria petroquímica en los Estados Unidos en el cambio de siglo del XIX al XX, y estaba buscando nuevas oportunidades de inversión a escala internacional. Otro grupo de inversión activo en este sector se formó en torno al grupo financiero Rothschild.
El Cartel y la II Guerra Mundial
Después de la Standard Oil de Rockefeller (hoy Exxon), el segundo conglomerado de empresas farmacéuticas y petroquímicas más grande del mundo durante la primera mitad del siglo XX, fue del grupo IG Farben con sede en Alemania. Este conglomerado de empresas fue el factor principal que explica la subida de Hitler al poder y su invasión conjunta de Europa y del mundo. De hecho, la Segunda Guerra Mundial fue una guerra de agresión preparada, comenzada y dirigida desde los consejos de planificación de IG Farben. Ésta fue la empresa matriz de IG Auschwitz, la planta industrial más grande de este cartel de la industria química fuera de Alemania.
Gran parte de la riqueza de este cartel se acumuló con la sangre y el sufrimiento de los esclavos que trabajaban en sus fábricas, incluidos los del campo de concentración de Auschwitz. IG Farben apoyó y utilizó sin ningún escrúpulo a los gobernantes políticos alemanes con sus poderosas armas, con el fin de conseguir el dominio económico sobre toda Europa y el resto del mundo.
IG Farben fue la accionista principal de la Standard Oil de Rockefeller, y viceversa. En aquel momento, la victoria de las Fuerzas Aliadas sobre la Alemania Nazi acabó con los planes de IG Farben de convertirse en el conglomerado farmacéutico y petroquímico más importante del mundo. Al mismo tiempo, Standard Oil y las otras empresas farmacéuticas y petroquímicas del consorcio de Rockefeller se convirtieron en el grupo financiero dominante de esta industria, y desde entonces han mantenido esta posición de liderazgo.
En el Consejo de Crímenes de Guerra de Nuremberg de 1947 contra los directores del cartel IG Farben, algunos de ellos fueron declarados culpables y condenados por cometer crímenes contra la humanidad, como masacres, pillaje y otros delitos. El Consejo de Crímenes de Guerra de Nuremberg también desmanteló el cartel IG Farben, que se disolvió en las empresas Hoechst, Bayer y BASF. Hoy en día, cada una de estas sociedades es más grande que su antigua sociedad matriz IG Farben en aquel momento.
Actualmente, los Estados Unidos y Gran Bretaña son las dos naciones líderes del mundo en exportación de productos farmacéuticos y por ende, del negocio. De hecho, dos de los tres fármacos comerciados actualmente a escala mundial proceden de empresas de estos dos países.
Bases de la industria farmacéutica
Los acusados son responsables de la muerte de cientos de millones de personas, y aún siguen muriendo muchos de enfermedades cardiovasculares, cáncer y otras patologías, que podrían haberse prevenido y eliminado en buena medida hace mucho tiempo. Esta muerte prematura de millones de personas no es el resultado de una coincidencia ni una negligencia. Se ha organizado deliberada y sistemáticamente en beneficio de la industria farmacéutica y de sus inversores, con el único propósito de ampliar un mercado mundial de fármacos valorado en billones de dólares.
El ámbito de mercado de la industria farmacéutica es el cuerpo humano, y el rendimiento del capital invertido depende de la continuación y expansión de las enfermedades. Sus beneficios dependen de la patentabilidad de los medicamentos, lo que convierte esta industria en la más rentable del planeta Tierra. Sin embargo, la prevención y erradicación de cualquier enfermedad reduce de manera drástica o elimina totalmente los mercados para los fármacos. Por consiguiente, las empresas farmacéuticas han estado poniendo obstáculos sistemáticamente a la prevención y erradicación de las enfermedades.
Para cometer estos delitos, las empresas farmacéuticas se sirven de un laberinto de ejecutores y cómplices en el mundo de la ciencia, la medicina, los medios de comunicación y la política. Los gobiernos de naciones enteras son manipulados o incluso dirigidos por miembros de grupos de presión y antiguos ejecutivos de la industria farmacéutica. Durante varios decenios, se ha corrompido y abusado de la legislación de naciones enteras para fomentar este "negocio con las enfermedades", valorado en miles de billones de dólares, arriesgando así la salud y las vidas de cientos de millones de pacientes y personas inocentes.
Una condición previa para el auge de la industria farmacéutica como fulgurante negocio de inversión fue la eliminación de la competencia de las terapias seguras y naturales, ya que éstas no son patentables y sus márgenes de beneficio son escasos. Además, estas terapias naturales pueden ayudar a prevenir de forma efectiva e incluso a eliminar enfermedades, debido a sus funciones esenciales en el metabolismo celular.
Como resultado de la eliminación sistemática de las terapias de salud natural y del desarrollo de los sistemas de salud pública en la mayoría de los países del mundo, la industria farmacéutica ha provocado que millones de personas, y casi todas las naciones del mundo, dependan de su negocio de inversión.
Un negocio fraudulento organizado
La industria farmacéutica ofrece "salud" a millones de pacientes, pero no distribuye los bienes. En su lugar, distribuye productos que simplemente alivian los síntomas al tiempo que mantienen la enfermedad subyacente, como condición previa para el futuro de su negocio. Para disimular este fraude, las empresas farmacéuticas gastan el doble de dinero en ocultarlo que en investigación sobre terapias futuras.
Esta estafa organizada es la razón por la que este negocio de inversión pudo continuar, durante casi un siglo, oculto tras una cortina de humo estratégicamente diseñada, que les convierte en "benefactores" de la humanidad. Las vidas de seis mil millones de personas y las economías de la mayoría de los países del mundo han sido tomadas como rehenes por los actos delictivos de esta industria.
La guerra de agresión contra Irak
Actualmente, cuatro factores están amenazando principalmente la supervivencia de la industria farmacéutica, y por tanto, la misma base de un negocio de inversión a largo plazo valorado en miles de millones de dólares:
- Conflictos legales insolubles, que se traducen en una avalancha de acciones populares contra muchas empresas farmacéuticas por la responsabilidad civil de sus productos.
- Conflictos científicos insolubles, causados por los importantes adelantos en terapias naturales no patentables que erradican de forma efectiva y en buena medida las enfermedades como ámbito de mercado.
- Conflictos éticos insolubles, que se traducen en la pérdida de credibilidad de toda la industria farmacéutica, debido al hecho de que sus desorbitadas tasas de patentes limitan el acceso a los medicamentos a la mayoría de las personas y provocan la muerte prematura de millones de ellas.
- Conflictos empresariales insolubles: el desenmascaramiento del modelo de negocio farmacéutico como un fraude organizado. Durante varias décadas, el Farma-Cartel ha realizado todos los esfuerzos posibles para proteger su actividad mundial con medicamentos patentados y para prohibir la difusión de otras alternativas competidoras no patentables. Estos esfuerzos se han realizado a escala internacional, mediante la infiltración en el Parlamento Europeo y el abuso de la Organización Mundial de la Salud y de otros organismos de las Naciones Unidas.
Ahora que la industria de inversión de mayor envergadura del planeta está siendo desenmascarada como un negocio fraudulento organizado, perseguido por decenas de miles de demandas de responsabilidad civil, las leyes proteccionistas inmediatas e internacionales se han convertido en una medida de urgencia para ocultar estos delitos y fortalecer el control constante del "negocio de inversión en las enfermedades" sobre la salud de los seres humanos de todo el mundo. Pero estas leyes proteccionistas de gran alcance, destinadas a preservar un negocio fraudulento organizado, implicaban la restricción de los derechos civiles y otras medidas drásticas, que no podían ponerse en práctica en épocas de paz.
La aplicación de estas medidas requería la escalada de la crisis internacional, una serie de conflictos militares que causarían deliberadamente el uso de armas de destrucción masiva y el desencadenamiento de una guerra mundial. Sólo entonces se podía dar una situación psicológica mundial que permitiera el abandono de los derechos civiles, la aprobación de leyes marciales y la aplicación mundial de leyes proteccionistas, de forma que los acusados pudieran continuar su "negocio con las enfermedades" y otros delitos.
En este contexto, la industria farmacéutica se convirtió en el único gran apoyo empresarial a la elección de George Bush, con el fin de ejercer una influencia directa sobre el centro político y militar más poderoso del mundo. Con la elección de George Bush, el grupo de inversión Rockefeller conseguía el acceso directo a la Casa Blanca y el Pentágono, así como a las decisiones políticas allí adoptadas. Una influencia similar ejerció el grupo Rothschild sobre el gobierno de Tony Blair en Gran Bretaña.
De este modo, no fue ninguna sorpresa que las dos naciones líderes en la exportación de productos farmacéuticos, encabezaran la actual crisis internacional e instigaran la guerra contra Irak. La supuesta necesidad de esta guerra se explicó a los ciudadanos de Estados Unidos, de Gran Bretaña y del mundo entero con el pretexto de una lucha mundial contra el "terrorismo", la eliminación de ciertos gobiernos que se encuentran fuera de la legalidad internacional y una cruzada contra la proliferación de armas de destrucción masiva. Así pues, los mismos grupos de interés del mundo empresarial y los mismos patrocinadores políticos, responsables de los millones de muertes provocadas por el negocio ininterrumpido con las enfermedades, también son responsables ahora de arriesgar innecesariamente las vidas de decenas de miles de personas inocentes en Irak y de jóvenes soldados de Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países. Son responsables del comienzo y la dirección de una guerra de agresión contra Irak que no cuenta con ninguna resolución internacional. Son responsables de la esclavitud, el pillaje y otros delitos que se han cometido en el Irak ocupado.
Si estos grupos de interés y sus patrocinadores políticos no son considerados responsables de estos crímenes inmediatamente, continuarán, probablemente, con su escalada de la crisis internacional, con el riesgo último de una guerra con armas de destrucción masiva.
Tratados internacionales aplicables a denuncias internacionales
Junto con el Estatuto de Roma para la Corte Penal Internacional, los siguientes tratados y declaraciones internacionales son aplicables a los graves cargos imputados a los acusados y que pueden servir de instrumentos para realizar denuncias a nivel internacional:
- Carta de las Naciones Unidas.
- Declaración Universal de los Derechos Humanos del 8 de diciembre de 1948.
- Convenio de Ginebra sobre Derechos Humanos del 12 de agosto de 1949.
- Convenio para la prevención y la sanción del delito de genocidio de 12 de enero de 1951.
- Convenio sobre la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad y de los crímenes de guerra de 1968.
- Principios de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra o de crímenes contra la humanidad de 1973.
Conclusión
Los individuos nombrados deben ser llevados ante la Corte Penal Internacional por los argumentos válidos especificados, así como el Fiscal de la Corte Penal Internacional debe proseguir las investigaciones sobre las responsabilidades individuales de los acusados.
Los acusados deberían ser condenados por las siguientes razones: violación consciente y deliberada del derecho humano a la paz; violación consciente y deliberada del derecho humano a la vida; violación consciente y deliberada del derecho humano a la salud.
Cada día que se retrasa el proceso formal en la Corte Penal Internacional contra los acusados, millones de personas de todo el mundo lo pagan con sus vidas. Ya no puede retrasarse más. Como afirmó el Fiscal de los Estados Unidos en el Consejo de Guerra de Nuremberg contra los ejecutivos del cartel químico y petroquímico IG Farben: "Si los crímenes cometidos por los acusados no salen a la luz, y si ellos no son considerados responsables, harán aún más daño en el futuro".
* Enlace a la publicación El negocio farmacéutico 1: http://enclavesur.blogspot.com/2013/07/el-negocio-farmaceutico-1.html.
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