Desde Somalia este mismo esquema se reproduce en cada conflicto en donde EEUU o los países de la Unión Europea (UE) quieren, o más bien dicho se les antoja, intervenir; utilizar imágenes de sufrimiento, de drama humanitario, imágenes conmovedoras y dantescas con la finalidad de conseguir condicionar la opinión de la población a favor de una intervención militar.
En Kosovo, 1995 -1999, antes de bombardear Serbia nos mostraron informes y documentales que enseñaban a inspectores de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) testigos de las matanzas por parte de las fuerzas militares y policiales serbias, nos mostraban a un presidente Milosevic malvado, sanguinario y nacionalista fundamentalista. A Sadam Husein, en 20003, nos lo mostraron como dictador (que lo era), que utilizó armas químicas que nunca existieron contra los Kurdos, que masacraba a otras fracciones opositoras y nos mostraban pruebas (hoy se sabe que eran falsas) de que estaba dispuesto a utilizar armas químicas. A Gadafi, en 2011, lo mostraban como un terrorista, recordaban los apoyos que concedió a autores de atentados. Ahora en Siria se nos muestra los muertos provocados por el uso de armas químicas, que tampoco se sabe con certeza que existan en el país. Todos estos reportajes no analizan los acontecimientos, simplemente con su descripción e imágenes, generan una reacción emocional de indignación y frustración que incita a demandar a los gobernantes que hagan alguna cosa para parar dichas barbaridades, a costa de que se cometan otras peores. Siempre la respuesta de los gobiernos ha sido el uso de la fuerza militar destructiva como medio para conseguir doblegar a Milosevic, Husein o Gadafi. Recordemos que las emociones son efímeras, por eso cuando estas imágenes son difundidas por TV la intervención militar ya tiene que estar preparada, la memoria de los telespectadores es corta en el tiempo y muy fácil de manipular afectivamente.
En el sentido opuesto las imágenes de la intervención militar occidental en Libia, Iraq o Serbia, presentan una estética muy atractiva, tecnológica, quirúrgica y limpia; todavía se pueden recordar los bombardeos sobre Iraq enmarcados en líneas y en color verde, dichas imágenes no contienen planos de dolor, no hay sangre, no hay cuerpos, no hay víctimas, generando un sentimiento de tranquilidad, de no culpabilidad, ya que dichas intervenciones no muestran que generen sufrimiento o muerte, ni siquiera muestran imágenes de destrucción.
Las imágenes de los cadáveres producto de las bombas químicas en Siria se enmarcan dentro de la misma estrategia, conseguir que los sondeos de opinión sean favorables a una intervención militar. Pero esta vez parece ser que la mayoría de ciudadanos tienen muy presente en la mente los engaños de Iraq y no respaldan la intervención militar, por lo pronto, parece ser que no será tan fácil la manipulación. Si EEUU y algún que otro aliado actúa militarmente sobre Siria tendrá que asumir el riesgo de perder las próximas elecciones.
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