Todos en el barrio lo comentaban, pero nadie estaba seguro. Un día, como una lluvia blanca, comenzaron a caer papelitos de la planta alta de lo que presumían era un prostíbulo, en la ciudad de Ñemby, distante a unos 10 kilómetros de Asunción, la capital. No se trataba de basura, porque en ellos se leían desesperados pedidos de auxilio de menores que eran explotadas sexualmente en el lugar. Era víspera de la Navidad de 2009 y esos papelitos trajeron el "regalo" de la libertad a cinco niñas, rescatadas luego de que los vecinos dieran aviso a la Policía Nacional.
En un operativo sorpresivo, los agentes irrumpieron en el prostíbulo, salvaron a las niñas, arrestaron a Omar Platini (dueño del establecimiento) y rescataron a otras mujeres mayores de edad, obligadas a prostituirse. Una de ellas era extorsionada por Platini, quien mantenía en cautiverio a su pequeña hija con amenaza de asesinarla si no cumplía con sus exigencias.
Este es uno de los tantos casos de los que se hace eco la prensa paraguaya de vez en cuando. Pero, ¿qué pasa luego de los aparatosos operativos?, ¿alguien da refugio o asistencia sicológica a estas víctimas?. Según explica Norma Duarte, directora de Protección Integral y Promoción de Derechos de la Secretaría de la Niñez y Adolescencia, son escasos los centros de asistencia a menores víctimas de prostitución y trata interna y externa.
Entre esos centros se encuentra el Grupo Luna Nueva, una organización no gubernamental que trabaja desde 1995 con un programa diseñado para el acompañamiento a este tipo de víctimas. "Luna Nueva tiene un enfoque de género bien claro, trabaja muy bien esa mirada, especialmente teniendo en cuenta los derechos humanos", agregó Duarte.
Generalmente, las menores víctimas de prostitución provienen de las zonas del interior del país y viajan a la capital muchas veces engañadas con la promesa de tener la oportunidad de estudiar o vivir como criadas en casas de familia, cosa que en la realidad no ocurre.
"Una vez se fue una señora a mi casa y le dijo a mi mamá que me iba a llevar para trabajar en una casa y todo eso. Pero no le dijo a mi mamá que yo iba a trabajar en un prostíbulo, ni a mí, no me dijo. Me dio nada más 100.000 guaraníes (unos 21 dólares estadounidenses) por adelantado, de mi sueldo supuestamente, llegué a su casa y me puso a trabajar en un prostíbulo", dice una niña que fue víctima de trata interna en Asunción. Su testimonio fue recogido en un informe elaborado por Luna Nueva en 2005, denominado "La trata de personas en Paraguay".
Luna Nueva, según se explica en su página web http://www.grupolunanueva.com.py, cuenta con un programa de atención integral y "apunta a proponer alternativas de vida a niñas y adolescentes víctimas de explotación sexual que deciden tocar la puerta del Centro de Atención Integral (CAI). Se les propone un proceso, como si fuera un viaje, con etapas y objetivos por etapas".
Raquel Fernández, coordinadora de Luna Nueva, manifiesta que la propuesta del CAI es educativo-terapéutica. Un "viaje hacia la vida, conceptualización teórico práctica del proceso terapéutico de las niñas adolescentes y el equipo educativo de Luna Nueva. Viajamos en esa lucha por seguir siendo personas, por participar de este tránsito hacia la apertura de nuevas posibilidades y significados para la vida. A viajar se aprende viajando", dice.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, Fernández reconoce que "la trata y explotación sexual de niñas, niños y adolescentes tiene poca visibilidad y los datos cuantitativos en relación con casos identificados es aún restringido. Esta situación adquiere otros matices si el abordaje propuesto es la trata interna con fines de explotación sexual".
En cuanto al albergue en sí, del cual no dan dirección ni se toman fotografías para proteger a las víctimas, Fernández habla en los siguientes términos: "nosotras no hablamos de niñas albergadas, hablamos de niñas y adolescentes con sus hijos e hijas realizando el Viaje, o su viaje". "Tanto el CAI como La Casa (el albergue) se conciben como espacios físicos y, también, como espacios de vida y aprendizaje que se van construyendo y van sufriendo cambios en la medida real de los días y los momentos. Actualmente tenemos 23 niñas, de las cuales 13 están realizando su viaje y 10 son de la población transitoria".
Fernández también analiza el fenómeno de la trata interna: "Si bien el fenómeno de la explotación sexual no es exclusivo de una edad ni de una clase social, desde Luna Nueva hablamos en general de niñas adolescentes de sectores empobrecidos y marginados", explica. "Estamos hablando de mujeres, adolescentes, niñas, muchas de ellas madres, pobres, en su mayoría emigrantes provenientes del campo, que han tenido acceso a muy pocas posibilidades de desarrollo personal y laboral", comenta Fernández.
Algunas han llegado a la ciudad en busca de nuevas oportunidades de vida ante situaciones de pobreza extrema, escapando muchas veces de la violencia intrafamiliar. Otras ya han nacido en la ciudad, en barrios marginales, son relativamente jóvenes, fruto de la migración del campo a la ciudad. "La búsqueda de alternativas de vida y dinero es uno de los motivos por los que se ven envueltas en situaciones de explotación sexual. Otras, al decir de ellas, ’se pierden’ después de huir del seno familiar del que esperaban protección, o del lugar de trabajo, donde fueron nuevamente violentadas y maltratadas", reflexiona Fernández.
Finalmente, la Coordinadora de Luna Nueva se remonta al informe elaborado por la organización para la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay en 2009, al decir: "La trata de personas es un crimen transnacional de estructura compleja, tanto como el tráfico de drogas o armas (peor que estos por tratarse de humanos y no de objetos). Sin embargo, la estructura organizativa del estado paraguayo es insuficiente en recursos humanos, técnicos e incluso legales para investigar y sancionar a los perpetradores, así como para proteger a las víctimas".
Mientras tanto, las menores juegan ahora con papeles, en los cuales ya no lanzan gritos desesperados de auxilio, sino que dibujan sus sueños, esperanzas o expían los malos recuerdos de una época que, al menos para ellas, ha quedado atrás.
Este es uno de los tantos casos de los que se hace eco la prensa paraguaya de vez en cuando. Pero, ¿qué pasa luego de los aparatosos operativos?, ¿alguien da refugio o asistencia sicológica a estas víctimas?. Según explica Norma Duarte, directora de Protección Integral y Promoción de Derechos de la Secretaría de la Niñez y Adolescencia, son escasos los centros de asistencia a menores víctimas de prostitución y trata interna y externa.
Entre esos centros se encuentra el Grupo Luna Nueva, una organización no gubernamental que trabaja desde 1995 con un programa diseñado para el acompañamiento a este tipo de víctimas. "Luna Nueva tiene un enfoque de género bien claro, trabaja muy bien esa mirada, especialmente teniendo en cuenta los derechos humanos", agregó Duarte.
Generalmente, las menores víctimas de prostitución provienen de las zonas del interior del país y viajan a la capital muchas veces engañadas con la promesa de tener la oportunidad de estudiar o vivir como criadas en casas de familia, cosa que en la realidad no ocurre.
"Una vez se fue una señora a mi casa y le dijo a mi mamá que me iba a llevar para trabajar en una casa y todo eso. Pero no le dijo a mi mamá que yo iba a trabajar en un prostíbulo, ni a mí, no me dijo. Me dio nada más 100.000 guaraníes (unos 21 dólares estadounidenses) por adelantado, de mi sueldo supuestamente, llegué a su casa y me puso a trabajar en un prostíbulo", dice una niña que fue víctima de trata interna en Asunción. Su testimonio fue recogido en un informe elaborado por Luna Nueva en 2005, denominado "La trata de personas en Paraguay".
Luna Nueva, según se explica en su página web http://www.grupolunanueva.com.py, cuenta con un programa de atención integral y "apunta a proponer alternativas de vida a niñas y adolescentes víctimas de explotación sexual que deciden tocar la puerta del Centro de Atención Integral (CAI). Se les propone un proceso, como si fuera un viaje, con etapas y objetivos por etapas".
Raquel Fernández, coordinadora de Luna Nueva, manifiesta que la propuesta del CAI es educativo-terapéutica. Un "viaje hacia la vida, conceptualización teórico práctica del proceso terapéutico de las niñas adolescentes y el equipo educativo de Luna Nueva. Viajamos en esa lucha por seguir siendo personas, por participar de este tránsito hacia la apertura de nuevas posibilidades y significados para la vida. A viajar se aprende viajando", dice.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, Fernández reconoce que "la trata y explotación sexual de niñas, niños y adolescentes tiene poca visibilidad y los datos cuantitativos en relación con casos identificados es aún restringido. Esta situación adquiere otros matices si el abordaje propuesto es la trata interna con fines de explotación sexual".
En cuanto al albergue en sí, del cual no dan dirección ni se toman fotografías para proteger a las víctimas, Fernández habla en los siguientes términos: "nosotras no hablamos de niñas albergadas, hablamos de niñas y adolescentes con sus hijos e hijas realizando el Viaje, o su viaje". "Tanto el CAI como La Casa (el albergue) se conciben como espacios físicos y, también, como espacios de vida y aprendizaje que se van construyendo y van sufriendo cambios en la medida real de los días y los momentos. Actualmente tenemos 23 niñas, de las cuales 13 están realizando su viaje y 10 son de la población transitoria".
Fernández también analiza el fenómeno de la trata interna: "Si bien el fenómeno de la explotación sexual no es exclusivo de una edad ni de una clase social, desde Luna Nueva hablamos en general de niñas adolescentes de sectores empobrecidos y marginados", explica. "Estamos hablando de mujeres, adolescentes, niñas, muchas de ellas madres, pobres, en su mayoría emigrantes provenientes del campo, que han tenido acceso a muy pocas posibilidades de desarrollo personal y laboral", comenta Fernández.
Algunas han llegado a la ciudad en busca de nuevas oportunidades de vida ante situaciones de pobreza extrema, escapando muchas veces de la violencia intrafamiliar. Otras ya han nacido en la ciudad, en barrios marginales, son relativamente jóvenes, fruto de la migración del campo a la ciudad. "La búsqueda de alternativas de vida y dinero es uno de los motivos por los que se ven envueltas en situaciones de explotación sexual. Otras, al decir de ellas, ’se pierden’ después de huir del seno familiar del que esperaban protección, o del lugar de trabajo, donde fueron nuevamente violentadas y maltratadas", reflexiona Fernández.
Finalmente, la Coordinadora de Luna Nueva se remonta al informe elaborado por la organización para la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay en 2009, al decir: "La trata de personas es un crimen transnacional de estructura compleja, tanto como el tráfico de drogas o armas (peor que estos por tratarse de humanos y no de objetos). Sin embargo, la estructura organizativa del estado paraguayo es insuficiente en recursos humanos, técnicos e incluso legales para investigar y sancionar a los perpetradores, así como para proteger a las víctimas".
Mientras tanto, las menores juegan ahora con papeles, en los cuales ya no lanzan gritos desesperados de auxilio, sino que dibujan sus sueños, esperanzas o expían los malos recuerdos de una época que, al menos para ellas, ha quedado atrás.
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